Opinión

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Ari Aster: el fascinante referente del art horror

Luego de los éxitos Hereditary y Midsommar, el director estadounidense mantiene al público expectante ante el inminente estreno de Beau is Afraid. Incómodo, maníaco y polémico, Ari Aster es el nuevo niño mimado del terror que no lo parece.

11 de enero de 2023

El tiempo pasa y los nombres se renuevan. Artistas flamantes emergen para ocupar espacios que quedaron vacíos o que se inventan a partir de su propia visión. Nombres como Greta Gerwig, Kogonada, Robert Eggers o Julia Ducournau son algunos pocos que surgieron en los últimos años apropiándose por momentos de la actualidad de la pantalla grande y ganándose, a partir de sus películas, un público fiel. Ari Aster es otro de ellos.

Incómodo, filoso, visceral, fresco y discutible, el director estadounidense plantea ideas horrorosas y retorcidas desde el guión pero también logra, a su manera, una ejecución desde lo formal que hace que logre destacarse. Lleva solo dos películas pero eso le alcanzó para construir a base de la deformidad de su obra -dicho esto en el mejor de los sentidos- un público sólido y leal, aún cuando también haya un sector que mire de reojo cada uno de sus movimientos. Su próximo proyecto es Beau is Afraid, y se estrena en abril de este año.

Los años del camino al éxito

Ari Aster en una entrevista


Hijo de artistas (madre poetisa, padre músico), Ari Aster nació en Nueva York pero -tras un breve paso por Inglaterra- a los diez años se estableció en Nuevo México. Obsesionado desde chico por las películas de terror y entusiasta los videoclubs, creció con un amplio repertorio de género que supo amoldar a sus inquietudes una vez que se sentó a escribir sus primeros guiones, tras graduarse en la Universidad de Santa Fe. Poco tiempo después se orientaría en dirección dentro del grado de Maestro en Bellas Artes en el Conservatorio AFI, en Los Ángeles. Y el resto es historia conocida.

Como casi la mayoría de los directores, comenzó escribiendo y filmando cortometrajes. Y fueron varios de ellos los que fueron pavimentando el camino hasta llegar a su exitosa ópera prima, Hereditary. "Digamos que, en los años de espera, he estado afilando mis dientes", manifestó el director en una entrevista dada en tiempos de Midsommar, su segundo largometraje.

Como no podía ser de otra forma, comenzó con un extraño cortometraje de tono publicitario, TDF Really Works (2011), que desde hoy es visto como un primer experimento. Pero al que incluso se suele recordar, mencionar y recomendar es a su segundo trabajo, Lo extraño de los Johnson (The Strange Thing About the Johnsons, 2011), donde puede verse ya lo retorcido de una mente que triunfaría en un futuro no tan lejano. Completan su obra previa a las películas los cortos Beau (2011), Munchausen (2013), Basically (2013), The Turtle's Head (2014) y C'est la vie (2016).

Entendiendo lo que Aster posee para ofrecer, quien resulte dichoso al ver sus películas sin dudas debería repara en sus trabajos previos. Su propuesta, guste menos o más, moviliza el panorama. Y tiene con qué

Revolución del género


Toni Collete en Hereditary (2018)

Resulta difícil creer que alguien -sea o no aficionado al cine- no haya siquiera escuchado el nombre de la película Hereditary. Se estrenó en 2018 y desde entonces es considerada por gran parte del público como una obra tan perturbadora como genial. Desde sus simetrías, el manejo exagerado de los personajes, las situaciones arbitrarias -pero sensacionales- y una puesta en escena que minuto a minuto quita el oxígeno, la ópera prima de Ari Aster brilla en su propia oscuridad. Insoportablemente tensa, parte de una base melodramática doméstica, y profundiza en el concepto de trauma con una narrativa horrorosa. El director menciona que intentaba venderla diciendo: "Es una tragedia familiar que se convierte en una pesadilla". Marcó una década.

Tan solo un año después llegaría el turno de Midsommar, la cual corría el famoso riesgo del concepto "la segunda película", que posiciona al director en un lugar de expectativas elevadas producto del éxito de su primer filme y amenaza con deteriorar lo construído. No pasó.

Ari Aster y Florence Pugh en el rodaje de Midsommar (2019)

Midsommar también logró su objetivo partiendo de una vara aun más alta. El retorno del terror folk al género -y más tratándose de una película de presupuesto considerable- provocó una celebración generalizada en el público. Continúan los detalles minuciosos en la puesta en escena, la obsesión por la simetría y lo espeluznante que se va tornando el relato a medida que los minutos avanzan y el tercer acto se hace presente. Al igual que en Hereditary, en la historia es importante el duelo de una persona y cómo esto influye y repercute en las situaciones que emergen. Como si a las sectas les faltara condimento interesante, Aster redobla la apuesta.

"Desde el comienzo me impresionó. Estamos frente a un joven cineasta que obviamente conoce el cine", afirmó nada menos que Martin Scorsese para la revista británica Far Out una vez vista Hereditary. Y tras ver Midsommar, el legendario director declaró: "Puedo decirte que el control formal es tan impresionante como el de Hereditary, o tal vez más, y cava en emociones que son tan reales -así como profundamente incómodas- como las que se comparten entre los personajes en la película anterior". No cualquiera llama la atención del histórico director hollywoodense, y mucho menos cualquiera se gana una declaración tan generosa.


Ari Aster y Toni Collette en el rodaje de Hereditary

El mismo Scorsese, Federico Fellini y Kenji Mizoguchi son algunos de los directores favoritos de Ari Aster. Ellos lo formaron en más de un sentido: como espectador, en primera instancia, y como director, después. También Ingmar Bergman, Roman Polanski y Michael Haneke fueron inspiraciones para él, y quizás estos nombres sean reconocibles de manera más evidente en su cine.

En lo visual lo obsesionan las líneas y no sólo las rectas, sino todas las que conformen la imagen para que el resultado final tenga una armonía única, y en los encuadres sumamente prolijos suele jugar con el enfoque y la importancia del mismo (párrafo aparte para el foquista que colabora con él). En cuanto a los relatos que lo atraen, poco hay para decir que no se haya dicho (o entendido): suelen ser deformes, incómodos de comprender y difíciles de digerir. Para bien o para mal, sabe plasmar su marca y destacarse por sobre otros.

Derivas del elevated horror


Suspiria (2018), una de las referentes del "elevated horror"

Así como su particular y descarnada visión provocó el amor de muchos seguidores, también generó discordia en otro sector. Mientras el éxito de Hereditary aumentaba, entre especialistas y espectadores brotó el término "elevated horror" (terror elevado) para definir lo que Aster hacía. Algo que para muchos es algo negativo por interpretar que se desmerece al género de terror de por sí. El "elevated horror" genera películas que necesariamente incluyen elementos de otros géneros (principalmente, el drama) para que sean tomadas en serio y no disminuya su prestigio por ser simplemente "películas de terror del montón".

Se argumenta que este tipo de películas (incluidas las de Ari Aster) desprestigian al género del terror porque se avergüenzan del mismo y pretenden una superioridad artística y moral respecto de sus pares. Por otro lado, defensores del término aclaman que son películas verdaderas, más complejas, profundas y con una lectura más significativa que el resto de filmes de género.

The Lighthouse (2018), de Robert Eggers

Películas como Suspiria (Luca Guadagnino, 2018), La Bruja (The Witch, 2015), El faro (The Lighthouse, 2018) de Robert Eggers; Huye (Get Out, 2017) o Nosotros (Us, 2019), de Jordan Peele, también fueron encasilladas dentro de este campo, aunque el mismo Peele haya afirmado en una entrevista con The Verge que este concepto es una trampa: "No quiero que la gente piense que intento hacer películas 'elevadas'. Creo que es una trampa que no aprecio demasiado". Declaró.

Sin ánimo de defenderse ante un posible acto malintencionado, Eggers también se desentendió del género afirmando: "No quiero preocuparme por el género ni por como él mismo tiene sus límites", explicó. "Hay gente que está ceñida con lo que el género tiene que ser y no le gusta lo que hago, lo cual está perfecto", detalló para Vulture, dejando claro que lo que le molesta es, en realidad, la urgencia de una etiqueta.


Joaquín Phoenix, protagonista de Beau is Afraid

Recientemente al emblemático John Carpenter, director de múltiples joyas de género, le preguntaron si está familiarizado con el concepto, a lo cual respondió de manera irónica y filosa, acorde a su manera de ser: "No sé qué significa eso. Quiero decir, puedo adivinar lo que significa, pero realmente no lo sé. Hay horror metafórico. Pero todas las películas tienen... no tienen mensajes, tienen temas. Material temático, y algunas películas de terror tienen material temático. Las buenas lo tienen", dijo. Sin dudas, las suyas lo tienen.

Sea como fuere, del lado que se encuentre Aster, la realidad es que está siendo protagonista de una alteración no sólo en el terror sino también en las películas mainstream. Logró que su nombre ocupara un espacio, como logró que las cadenas y distribuidoras le tuvieran la confianza suficiente como para conseguir un estreno comercial a lo grande. Con sus ideas innovadoras, logró llegar a salas pequeñas de todo el mundo. Guste menos o más, la propuesta es fresca y gran parte del show bizz lo reconoce. Con solo 36 años y una mente maquiavélica, Ari Aster se posiciona en el mapa de la gran expectativa y -para celebrarlo o para destruirlo- todos estaremos pendientes de lo que resulte Beau is Afraid. Cada uno sacará sus conclusiones, pero algo es seguro: antes de eso, todos vamos a temblar.






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