Ciencia
La llegada de una bioimpresora 3D a un laboratorio de la Universidad Nacional Arturo Jauretche inaugura interesantes líneas de investigación y despierta expectativas. Existe la posibilidad de dar con adelantos en ingeniería de tejidos y con tratamientos médicos más personalizados.
Por: Fernando Fuentes
16 de febrero de 2024
No se parece en nada a los brazos robóticos que
se ven en la apertura de la serie de ciencia ficción Westworld. Tampoco es que
en el Laboratorio de Biomodelos e Impresión 3D, ubicado en la Universidad
Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), tengan pensado imprimir androides. Pero la
llegada de una bioimpresora 3D a la casa de altos estudios de Florencio Varela
ya es una realidad. Su empleo podría beneficiar a pacientes que consultan al
vecino Hospital El Cruce.
La tecnología se basa en los principios de la
impresión 3D. La máquina guiada por un modelo tridimensional, creado en un
ordenador, deposita capa por capa material para generar diversas estructuras.
Aunque la bioimpresión 3D, en vez de usar plásticos, o metales, utiliza
biotintas. Estas contienen células vivas y otros componentes biológicos y
bioquímicos vitales para la síntesis de tejidos.
"A nivel global, la bioimpresión 3D ha
experimentado notables avances en diversas áreas. Y desde la UNAJ siempre se ha
fomentado la innovación en el campo tecnológico. El haber sumado una
bioimpresora, al equipamiento ya existente, significa poder ampliar la
investigación hacia la ingeniería de tejidos y el desarrollo de fármacos,
siempre pensando en una medicina personalizada", refiere a El Editor, el
ingeniero Ignacio Marolla, coordinador del citado laboratorio y docente en la
carrera de bioingeniería de la UNAJ. Además, es jefe del Área de Modelado
Biomédico en el Hospital El Cruce.
Avances que promete la bioimpresión 3D
Producir estructuras con tejidos vivos abre todo
un panorama para la medicina regenerativa y hasta para el trasplante de
órganos. Es que por medio de la bioimpresión 3D se avanza en la reparación de
tejidos dañados, o la regeneración de órganos afectados por enfermedades.
Aunque en el mundo, el objetivo más complejo que
se anhela cumplir es la impresión de órganos a la carta para trasplantes. Dicha
estrategia permitiría en un futuro contrarrestar el problema de la escasez
actual de donantes.
Por el momento, la bioimpresión 3D se encarga de
brindar precisión a la ingeniería tisular. "Tiene la capacidad de crear
tejidos específicos, adaptados a las características y necesidades únicas de
cada paciente. Esto permite un enfoque altamente personalizado en el
tratamiento, mejorando la eficacia y reduciendo riesgos", señala Marolla.
Quizás la aplicación más explorada en la
práctica médica sea la bioimpresión de piel para tratar heridas, o quemaduras.
Pero la tecnología puede contribuir en investigaciones que intentan optimizar
el empleo de terapias en otros problemas de salud.
Según Marolla, es posible generar modelos de tejidos impresos en 3D para investigar enfermedades. O bien para analizar la eficacia y toxicidad de nuevos medicamentos, antes de aplicarlos en humanos. "Se puede bioimprimir un tumor para estudiar su comportamiento en el laboratorio y evaluar posibles tratamientos", ejemplifica el ingeniero.
La sinergia entre la universidad y el hospital público
El laboratorio de la UNAJ depende de la carrera de bioingeniería. Se creó para investigar aplicaciones de la impresión 3D en salud, pero con el fin último de transformarlas en servicios para la comunidad. Y esto es algo que se intenta lograr a través del trabajo en equipo con el hospital El Cruce y el resto de los centros asistenciales de la provincia de Buenos Aires.
Con el hospital de Florencio Varela se tiene colaboración constante. Ya sumaron esfuerzos en el desarrollo de biomodelos y guías de corte para planificación quirúrgica. "Gracias a la bioimpresión 3D se piensa avanzar de manera conjunta en la atención de pacientes. Lo que se buscará es mejorar las terapias personalizadas que ya se realizan en el hospital y a futuro ampliar prestaciones", comenta Marolla.
Todo en lo inmediato se dirige, entonces, a integrar la nueva adquisición a iniciativas que ya existen en el hospital. Pero en el mediano y largo plazo surgen como posibilidades: la fabricación de medicamentos personalizados, la producción de biotintas y la puesta en marcha de nuevos desarrollos en ingeniería de tejidos.
Aunque Marolla advierte que "este tipo de investigaciones normalmente se financian a través de convocatoria de distintos organismos". Y agrega que "fondos asegurados para los futuros proyectos no hay, pero la universidad siempre se ha preocupado por el progreso en investigación. Habrá que ver cómo evoluciona el contexto actual de la ciencia en el país"
Arranca la máquina y no es de ciencia ficción
El Editor encuentra a los responsables de poner en funcionamiento la bioimpresora 3D en tareas de puesta a punto. "Luego de una capacitación realizada, estamos en prácticas con la impresora para perfeccionarnos en su uso. Requiere de varias calibraciones y ajustes. Y esto de acuerdo a los materiales utilizados. Hay que lograr biotintas con la consistencia adecuada para cada aplicación", dice Marolla.
La máquina es de producción nacional y capaz de trabajar con una amplia gama de biomateriales. Posee una interfaz táctil que permite su configuración en tiempo real. Y está diseñada para operar en entornos estériles, como el que se necesita en las aplicaciones biomédicas.
Pronto se espera que sea utilizada por personal del laboratorio, pero también por docentes e investigadores de otras áreas de la UNAJ y del hospital El Cruce.
"En la Argentina últimamente se evidenció un creciente interés y compromiso en el desarrollo de tecnologías biomédicas avanzadas. Y con el acelerado avance que tiene la bioimpresión 3D en todo el mundo, ya se vuelve muy difícil saber que está cerca, o lejos, de lograrse con ella", concluye Marolla.
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