Ciencia
El empleo de nuevas tecnologías gana hectáreas en los campos bonaerenses. En las postales campestres se cuela algún dron y las tablets se encienden al costado de los cultivos. ¿Por qué resulta vital para la producción agrícola de la provincia y la economía del país?
Por: Fernando Fuentes
18 de noviembre de 2023
Es cierto que con toro y pampa se arma la impronta. Pero ese costado imaginario del campo debería considerar tractores con pilotos automáticos, satélites que mapean el suelo, drones que detectan plagas en cultivos, o productores agrícolas que con dispositivos móviles como tablets toman decisiones. Es que en la agricultura hay ciencia y tecnología para dar con prácticas y procesos más precisos, rentables y sustentables.
La agricultura de precisión, que se emplea hace tiempo en el país, permite una mejor gestión de la información para, por ejemplo, aumentar la productividad. Pero la irrupción reciente de la digitalización, el big data, la blockchain, o la inteligencia artificial, proponen un cambio radical en la dinámica de trabajo en el campo. Pero, además, los mercados internacionales fomentan su desarrollo. Sin más, en tiempos de sequía histórica y escasez de dólares, estas herramientas germinan como oportunidades.
Es que las nuevas tecnologías para este sector, conocidas como AgTech, impactan en todos los eslabones de la cadena agrícola, ya que no sólo influyen en prácticas tradicionales como el uso de herbicidas, la siembra, el riego, la fertilización, el control de enfermedades, sino que además, inciden en los aspectos de logística, comercialización y en la trazabilidad que requieren los cultivos en la actualidad.
"Hay muy buenos desarrollos de AgTech en todo el país. Pero Buenos Aires comienza a estar a la cabeza", comenta a El Editor Andrés Méndez, ingeniero agrónomo y director de Innovación Tecnológica en la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
Innovación desde el conurbano
Andrés Moltoni es ingeniero electrónico e investigador a cargo del Laboratorio de Electrónica del Instituto de Ingeniería Rural, en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Castelar. Con su equipo de trabajo, ha diseñado herramientas interesantes para la agricultura de precisión. La más reciente se llama penetrómetro y llega por un esfuerzo conjunto con integrantes de la Universidad Nacional de Moreno.
El dispositivo -que ya fue patentado y espera por una empresa que lo escale y comercialice- mide la compactación del suelo. El valor antes de la siembra refleja la dificultad que experimentarán las raíces para buscar agua, oxígeno y otros nutrientes. Y plantea en el productor la necesidad de remover el suelo. Esto para evitar pérdidas en cosechas por una compactación excesiva. Lo novedoso, es que lo hace guiado por un GPS.
Otras apuestas del INTA Castelar son: una cereza electrónica para registrar golpes durante el empaque, un robot para la aplicación de agroquímicos en invernaderos y hasta un detector de malezas.
Este último desarrollo tiene un convenio con una empresa nacional para su comercialización. Y despierta interés por los costos económicos y las dificultades ambientales derivadas de la aplicación generalizada de herbicidas en cultivos.
"Es un equipo con un sensor óptico. Se utiliza en el control de malezas en el barbecho. Logra eficiencia aplicando el herbicida solo en las malezas", explica Moltoni. Y agrega que "por el momento hay en el país dos diseños similares importados, con costos elevados. Y esto hace que no lleguen a todos los productores".
Penetrómetro, dispositivo medidor de compactación edáfica. Foto: UNM.
Mejor nacional
El desarrollo en el país de la agricultura de precisión emplea insumos locales, sustituye importaciones, baja precios y genera empleo local. Y como anhela Moltoni, la vuelve disponible para productores medianos o pequeños.
"Los equipos y sistemas desarrollados aquí están pensados para las características de producciones y usos locales", remarca el investigador. Y cree que el buen posicionamiento en este tópico, sumado a la creciente industria del software, convierte al país en un potencial exportador de estas tecnologías.
Méndez, coincide en esa visión: "Todavía falta para que la cadena gire y las AgTech sean exportables. Pero tenemos grandes posibilidades, podemos exportarlas con el producto. Y eso tiene un valor agregado".
El director de Innovación Tecnológica de la SAGyP avisa que los mercados del exterior piden productos diferenciados. Y cita, como ejemplo, las restricciones en Europa para la importación de soja que viene de áreas con desmonte. "El consumidor allí está pidiendo otro tipo de productos. Quiere que los productores se fijen en cosas que antes no veían. Y está dispuesto a pagar más por eso", sostiene Méndez.
Lo que se busca es certificar la trazabilidad de los productos. Y las AgTech pueden ser útiles para eso. Ya que la digitalización permite el seguimiento de las actividades involucradas en el circuito de producción, transporte, distribución y comercialización.
"Esto es irreversible en nuevos mercados, el productor va a tener que usar tecnologías para demostrar, que lo que hace, lo hace bien", asegura Méndez.
La clave es el acceso rápido
La actual gestión de la secretaría transitó una brutal sequía. "Fue tremenda, no había agua almacenada en el suelo, y encima no llovió nunca. Fue un combo perfecto, que es difícil que se vuelva a repetir", refiere Méndez.
Y en algunos números se refleja ese impacto: durante la cosecha 2023 los cultivos sufrieron pérdidas del 50 %. Y para la soja fue la peor campaña desde 1999. Las exportaciones de productos primarios cayeron en un 41,4 % y el campo liquidó 8 mil millones de dólares menos que en 2022. Aun así, es bueno recordar que la agroindustria aporta 7 de cada 10 dólares que ingresan al país.
"Buscamos que nuestros productores sean competitivos y las tecnologías lleguen a ellos lo más rápido posible", comenta Méndez. Y menciona algunas iniciativas que, desde el organismo del Estado nacional, ya se han puesto en marcha: un registro de productores de AgTech, el armado de ecosistemas dinámicos, un convenio bilateral con Alemania y el diseño de una plataforma (AgTech.AR) para promover soluciones tecnológicas.
Además, comenta que han salido créditos para producir maquinarias con estas tecnologías. Y también se ha avanzado con créditos para que productores agrícolas las adquieran. Pero ese será un objetivo pendiente para la nueva gestión.
"En la Argentina hay demora en la aplicación de estas tecnologías. Hay que lograr que el productor agrícola entienda más rápido a las AgTech y que las AgTech entiendan mejor al productor", concluye Méndez.
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.