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Campaña en tiempos de memes

Sin sustancia en los mensajes y con una clara apuesta a la viralización la oposición salió de gira por la costa atlántica. El oficialismo sigue sin definir candidatos. El presidente difundió en sus redes sociales un spot que huele a candidatura. Massa, inflación y el duelo con la Corte, Otro verano normal en Argentina.

Por: Agustín Alvarez Rey
15 de enero de 2023

Terminó la primera quincena del año electoral. No hay sorpresa. No hay novedad. Todo sigue igual. El nivel que plantea el puntapié inicial de la campaña sigue la lógica del debate político habitual. Todo es chicana y nada de propuestas. La verdad es, como se sabe a esta altura, un rasgo secundario dentro de la articulación de argumentos y cuestionamientos. La decadencia del maquiavelismo ocupa el centro de la escena. El estilo cínico, falso, manipulador y falto de empatía que planteó en su obra el escritor renacentista Niccolò Machiavelli se ve sazonado en estas tierras por un discurso mediocre y dirigentes sin miedo al ridículo. Así las cosas, ¿qué podría salir mal en esta campaña electoral?

Si no hay sustancia que haya memes. Esa parece ser la premisa. Horacio Rodríguez Larreta lucha contra el lugar que el destino tiene preparado para él. Sin pelo y sin carisma, la sombra de Daniel Scioli lo sobrevuela. No hace falta hacer un esfuerzo analítico para sospechar que Larreta puede ser al macrismo lo que Sicoli al Kirchnerismo en 2015. Hay matices, claro. Que uno llega como opositor y que el otro llegaba como oficialismo, es evidente. Pero hay que ir un poco más allá. CFK no quería a aquel Scioli, Macri no quiere a este Larreta.

La clase media atlántica. Esa construcción de fines de los 80 que tuvo como punta de lanza Mar del Plata, que tan bien describió el analista y poeta Martín Rodríguez en su libro Orden y progresismo, ya no existe. Nada queda de aquella clase media de Volkswagen 1500 y tampoco de La Feliz. Los dirigentes no van a la costa para hablar con aquellos que pudieron salir de vacaciones, sino van a generar postales de campaña para viralizar. A quién le habla la política sigue siendo la gran pregunta.

Mar del Plata. Ese lugar dónde los lugareños reclaman que la playa vuelva a ser pública y los políticos, salvo honrosas excepciones, les dan la espalda para transformarse en meme. MDQ sigue en la cabeza de los dirigentes como sinónimo de la clase media popular que sube sus bolsos al techo de un Peugeot 504 y se escapa 15 días a la costa. Todo cambió en el verano argentino menos la política.

Macri también sale de gira. Otra vez, pero en esta oportunidad toca la costa atlántica. Dice que el de Alberto Fernández es el peor gobierno de la historia. Dice sólo eso porque para decir que lo peor fue el kichnerismo ya lo tiene a Maximiliano Guerra. No hay propuesta, sólo chicana. Hablar para los convencidos y esperar el fracaso del Gobierno de turno. Eso siempre condimentado con una buena cantidad de datos que por lo menos son cuestionables en gestión propia y ajena.

Las preguntas asoman solas. Solo se trata de ordenar. ¿Cómo le caerá a los que ya no pueden veranear las monerías de los dirigentes en La Costa? ¿Cuál será la recepción de los memes costeros en aquellos hogares que luchan contra un crédito UVA o que están sometidos a una ley de alquileres que nadie quiere discutir? ¿Cómo se sentirá el que volvió a perder contra la inflación? La vida de la campaña y la vida de la gente. La agenda política y la agenda de los que votan. La respuesta también parece sencilla. Hablar para las minorías, para el resto hay tiempo. Y sino, aparecerán los Milei.

El oficialismo estival tampoco derrocha imaginación. El spot publicado por Alberto Fernández en sus redes sociales esta semana parece ser el inicio de su campaña, o por lo menos ese es el objetivo. Comunicación digital anclada en los 90. Una nota de la revista Gente pero en versión digital. La familia, el bebé, el pasto, el perro. Comunicación menemista por otros medios. Para evaluar la efectividad habrá que dejar correr el agua bajo el puente.

En el marco del año electoral, pero en otras arenas, el Presidente decretó la ampliación del periodo de sesiones extraordinarias del 23 de enero al 28 de febrero. El temario abarca 27 temas, la mayoría de ellos de una importancia indiscutible. Por ejemplo: La ley de Alcohol cero, el régimen previsional diferencial para las y los trabajadores que se hayan desempeñado en el combate de incendios forestales o rurales, modificación de ley de ejecución penal y la modificación de la ley de lavados de activos, entre otras. Pero la discusión está centrada en lo que tiene que ver con el Poder Judicial. La batería de proyectos enviados por el Ejecutivo incluye el tratamiento del acuerdo del Procurador General de la Nación, la ampliación de la Corte Suprema, la reforma del Consejo de la Magistratura y las solicitudes para avanzar con el Juicio Político a la Corte. ¿Creé el gobierno que tiene el número para avanzar con tal gesta? ¿Apunta a instalar el tema en la agenda por qué cree que puede tener algún rédito? ¿Es sólo un guiño al kirchnerismo? La razón no está clara, lo que sí se puede ver con claridad es que el oficialismo no sólo no cuenta con los votos, sino que la inclusión de estos temas en extraordinarias despertó el profundo respeto por la República y la democracia de la oposición que sólo atinó a decir que paralizará el Palacio Legislativo. ¿Es reprochable la actitud de la oposición? ¿Es caprichosa la acción del Gobierno? Está visto, el diálogo y el consenso son los padres.

En medio de tanta pirotecnia hay por lo menos dos dirigentes que se diferencian. Sergio Massa y Facundo Manes. Uno gestiona y defiende sus logros, comunica lo justo y trata de evitar cruces personales. El otro, trata de evitar la crítica fácil o la chicana más baja y articula un discurso que tiene que ver más con el futuro que con el pasado. Por ahora ninguno apostó a la viralidad o al meme. Se mantiene lejos de la arena. Massa lidia con la inflación y el FMI. Manes con los halcones y con Macri. Quizá en la segunda quincena cambie el viento y la política se vuelque a discutir gestión y futuro.

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