Ciencia
Un proyecto de ciencia ciudadana, liderado por un científico platense recolecta información de este fascinante armadillo que habita la provincia de Buenos Aires. Una especie endémica y exclusiva del centro de Argentina
Por: Fernando Fuentes
16 de marzo de 2024
Del rey de los
quirquinchos, mejor conocido como armadillo o tatú, se comenta que hace perder el
rumbo, o la vida, a los cazadores que los atacan. Aunque también es leyenda
gracias a un libro del escritor argentino Rodolfo Fogwill. Los pichiciego -Chlamyphorus
truncatus para la ciencia-, el protector de los armadillos, la figurita
difícil del álbum de todo naturalista.
Esteban
Soibelzon, doctor en ciencias naturales y docente de la Universidad Nacional de
La Plata, coordina el proyecto "Especies crípitcas: el Pichiciego", una
iniciativa del Programa Nacional Ciencia Ciudadana, con el objetivo de indagar
a fondo sobre el armadillo más chiquito del mundo.
El también
investigador de CONICET cuenta que antes de entrar en contacto por primera vez
con un pichiciego había soñado que sucedía. Y aún recuerda ese sábado de junio de
2020 en el que ingresó a su celular una llamada desde La Pampa.
Del otro lado, un
poblador de un paraje rural -que estaba al tanto del proyecto que coordina- le
dijo que los perros habían agarrado a un pichiciego. Involucrar a la comunidad
en su trabajo puso al divulgador científico ante una posibilidad única.
"Me dijo que desconocía cómo estaba el animal, pero sabía que lo investigaba. Lo había guardado en un tacho y no sabía si estaba vivo, porque el pichiciego se había enterrado enseguida", recuerda Soibelzon, que no lo pensó dos veces y a la mañana siguiente junto a un compañero arrancó hacia La Pampa. "Cuando lo vimos fue una emoción tremenda", comenta.
Es que el científico desde
2012 recorrió rutas y caminos rurales del centro y el oeste de esa provincia
para dar con un pichiciego vivo sin éxito. "Todos los métodos de muestreos
que probamos fallaron, salvo involucrar a la ciudadanía en la recolección de
datos", comenta Soibelzon.
Poder estudiar el ejemplar en La Plata y conocer, entre otras cosas, cómo se las ingenia para excavar y enterrarse fue algo fuera de serie. "Es un animal que tiene hábitos subterráneos. Pasa la mayor parte del tiempo en el subsuelo, enterrado. No construye cuevas, como otros mamíferos. El pichiciego excava y con su cola va tapando atrás de él", dice el investigador.
Fundamental contar
con categoría de conservación
Uno de los
objetivos del proyecto es contribuir a quitar rótulos que no suman en su
conservación. Debido a la poca información disponible, desde 2019 al pichiciego
no le ha quedado otra que ser categorizado como especie con datos
insuficientes.
"La
categoría de conservación de datos insuficientes es un problema, porque no
aparece como vulnerable, ni como en peligro, ni como peligro crítico, nada. Y
eso hace que no podamos, por ejemplo, acceder a financiamiento para proyectos
de conservación", explica Soibelzon.
Ante la
consulta de El Editor acerca de cómo se financia la actividad, el divulgador
científico responde que ha sido posible gracias a un subsidio de la Agencia
Nacional de Promoción Científica y Tecnológica de Argentina, que fue otorgado
en 2020 y este año finaliza. "Con la inflación que estamos viviendo, hacemos
malabares para poder gastar lo mínimo y poder ir al campo", comenta
Soibelzon.
Asimismo,
agrega: "Queremos aplicar a financiamiento externo, pero el problema es
que los fondos son para especies que tienen una categoría de conservación
establecida y este bichito no la tiene. Tiene datos insuficientes, entonces se
nos cierran algunas puertas. Pero vamos a buscar en el exterior, porque la
ciencia en Argentina tiene un panorama desolador".
Mientras tanto,
se engrosa una base de datos con información y se repasan más de 100
entrevistas realizadas a pobladores. También se multiplican puntos de avistaje
en la geografía pampeana.
"En esta
actividad participa gente de La Pampa y del resto del país. Nos escriben desde
San Luis, de Mendoza, de la provincia de Buenos Aires. Hay registros muy
escasos, pero hay pichiciegos en el sur de la provincia de Buenos Aires".
Los
investigadores esperan este año volver a recorrer los caminos pampeanos,
interactuar con pobladores para aprender cosas, o parar en una escuela a
charlar y despertar interés. Y porque no, darse el gusto de un nuevo encuentro
con el animal en vivo y en directo. Lo último parece difícil, aunque con el
apoyo de la gente y el carisma del pichiciego nada es imposible.
La gente
acompaña
Pero el hábito
fosorial hace que la información del animal sea escasa. Aunque se sabe que el
armadillo -que mide menos de 15 centímetros, pesa cerca de 100 gramos y come
insectos- es endémico y exclusivo del centro de Argentina.
Está presente
desde el sur de Catamarca hasta el sur de Buenos Aires, en el extremo sureste
de su distribución. Y hasta el norte de Río Negro en su límite sur. Lo que no
se tiene noción es como vive en ese territorio y cuál es el grado de
conservación de la especie.
La participación
de la comunidad en el estudio resulta vital para conocer un poco más de la
anatomía, biología, genética, distribución geográfica, o la ecología del
pichiciego.
Soibelzon recibe
a través de Instagram (@pichiciego_pampa), o whatsapp, fotos y videos grabados
por pobladores que documentan avistajes. Esa información complementa la
obtenida a partir de encuestas a personas que comparten el hábitat con el
animal.
Pero, además,
el investigador señala otro fenómeno inesperado. Comenzaron a recibir animales
en buen estado de conservación que murieron producto del ataque de perros, o
gatos.
"Nosotros
podemos tomarles muestras para estudios genéticos, o describir cómo su anatomía.
Trabajamos con veterinarios y tenemos unos 15 ejemplares para examinar",
señala Soibelzon.
Quizás esto
ayude a conocer cuál es el grado de visión que tiene el pichiciego, entre otros
grandes enigmas. "No podemos decir que el animal sea ciego, no hemos
terminado los estudios de los ojos. Pero sí, observamos que afuera de la tierra
es torpe y vulnerable", comenta Soibelzon. Tampoco están claros aun los
motivos que llevan al animal a abandonar la seguridad de su refugio
subterráneo.
Se cree que la
pérdida del hábitat en el que viven, debido a la agricultura y a la ganadería,
constituye una seria amenaza para la especie. Por otro lado, preocupa la
depredación por aminales domésticos. Además, puede ser atrapados como
mascota, o para venderlos de la manera ilegal. Pero lo cierto, es que la gran mayoría de estos
especímenes mueren dentro de los 8 días.
"A veces los
pichiciegos viven solo un día y se mueren, por eso, ya casi no se lo agarra. Al
menos en esta parte del país, hemos logrado concientizar a la gente para que lo
filme, le saque fotos y lo libere. Porque el animal se muere", advierte el
investigador.
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