Ciencia
Un grupo de investigación de la Universidad Nacional de Quilmes busca desarrollar herramientas para el control biológico de hormigas problemáticas. El último avance viene por el lado de la creación de un kit para los insectos mejor conocidos como hormigas cortadoras de hojas
Por: Fernando Fuentes
26 de agosto de 2023
A las hormigas hay que bancarlas. Y son varios
los motivos: viven en este planeta desde hace millones de años, cumplen
funciones vitales en los ecosistemas que habitan y, además, constituyen modelos
perfectos para estudiar interacciones beneficiosas entre organismos. Por
supuesto, existen algunas que encajan con el calificativo de
"plaga" y producen daño económico. Aunque lo último tampoco debería
habilitar el camino para exterminarlas.
El escenario es muy tenido en cuenta en el
Laboratorio de Hormigas de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Allí, desde
hace décadas, un grupo de investigación trabaja para entender mejor la ecología
de estos maravillosos insectos sociales. Por otro lado, desde ese lugar buscan
generar nuevas herramientas de control que sean más amigables para las hormigas
y los humanos. El último aporte es un innovador kit de control biológico,
pensado especialmente para las hormigas cortadoras de hojas. La patente
-aceptada en los Estados Unidos y en Argentina- ya ha sido licenciada a una
empresa local que busca dar los pasos necesarios para comercializar el
desarrollo.
Patricia Folgarait y Daniela Goffé, investigadoras del CONICET: Foto: Silvana Colombo.
Pasión por las hormigas
"Cuando me recibí en la Universidad de
Buenos Aires como Licenciada en Biología, con especialidad en Ecología, quería
estudiar interacciones beneficiosas entre organismos, es decir, mutualismos.
Así es como llegué a las hormigas, pero después ya nunca más las pude
abandonar", comenta a El Editor, Patricia Folgarait, directora del
laboratorio, docente de la UNQ y actual investigadora principal de CONICET. La
fascinación por estos "animalitos" llevó a la científica a completar un doctorado
en biología en el exterior, realizar estudios postdoctorales y a fundar una
nueva línea de investigación en territorio quilmeño.
A su lado se desempeña Daniela Goffré. Es
doctora en Ciencias Básicas y Aplicadas, investigadora asistente de CONICET y
docente de la UNQ, que en diálogo con Este medio cuenta que el nuevo kit
de control biológico es producto de la pasión por las hormigas. "Surge
luego de muchos años de trabajo. Con preguntas iniciales de ciencia básica,
seguidas de otras para dar soluciones a problemas relacionados con el
comportamiento de las hormigas", comenta Goffré.
El desarrollo que lograron busca reducir la
densidad de las poblaciones de las hormigas cortadoras de hojas. Dicho
apelativo engloba a varias especies que habitan zonas neotropicales del
continente americano. "En nuestro país hay más de veinte dentro del género
Acromyrmex, tres dentro del género Atta y una dentro del género Amoimyrmex",
comenta Folgarait. Y agrega que "si bien son consideradas herbívoras, o
sea que se nutren de plantas, ellas en realidad utilizan esas hojas como
sustrato. Les permite cultivar un hongo que usan como alimento".
Kit de control biológico de hormigas. Foto: Silvana Colombo.
Goffré señala que el kit de control biológico en
parte explota esa característica de las hormigas cortadoras de hojas. Se basa
en agentes biológicos -en este caso también hongos -que cumplen el rol de
comprometer los nidos subterráneos de los insectos. Y lo hacen de dos maneras
diferentes: por un lado, afectan directamente la supervivencia de las hormigas
y por el otro las privan del alimento. El éxito radica en la capacidad que
tiene la formulación para atraer a los insectos y para enmascarar al hongo
patógeno. "Está desarrollado para que las hormigas lo lleven a su nido lo
más rápido que puedan, haciendo uso de su comportamiento de acarreo",
comenta la investigadora.
El kit de control biológico, una vez comercializado, seguramente demandará aplicaciones repetidas y anticipadas en plantas. Pero su empleo, en comparación con los insecticidas químicos disponibles, promete un menor compromiso en la salud global del ecosistema. "Los insecticidas químicos tienen desventajas a nivel ecosistémico y las herramientas de control biológico se acompañan de un cambio de paradigma. Habitualmente utilizan enemigos naturales que ya se encuentran presentes en el ambiente", comenta Goffré.
Fanática de las hormigas, Patricia Folgarait tiene una colección de miniaturas en su laboratorio
No hay porqué
exterminar a las hormigas
Folgarait siempre señala que las hormigas
cortadoras de hojas inventaron la agricultura. Y la antigüedad de los insectos
en el planeta, así como la capacidad que tienen para cultivar su propio
alimento, parece darle la razón. "La relación entre el hongo que sirve de
alimento y la hormiga es una simbiosis. Aquí el hongo alimenta a la hormiga y
la hormiga le brinda alimento al hongo, además de protegerlo de factores
abióticos que pueden amenazarlo", comenta la mirmecóloga. Otros aspectos
fascinantes de estos insectos incluyen: la capacidad de memorizar y aprender, o
las ventajas que logran con la puesta en marcha de una inmunidad social frente
a ciertas infecciones.
Lo último es uno de los factores que vuelven a
las hormigas más difíciles de controlar que otros insectos. Pero según
Folgarait, no todas deben ser consideradas plagas. Por otro lado, recuerda que
la mayoría de las especies de hormigas brindan beneficios en los ecosistemas:
construyen nidos y túneles subterráneos que airean el suelo, algunas colocan su
basura en el exterior y de ese modo favorecen la germinación de plantas, otras
sirven de defensa de vegetales ante el ataque de herbívoros.
"Todas las especies tienen un rol y una
función en el ecosistema. Sacarlas de ese lugar puede amplificar una serie de
consecuencias que no se pueden anticipar", advierte Folgarait. Y enfatiza que
"con reducir la abundancia de las consideradas plagas, para que queden por
debajo del nivel de daño económico, es suficiente. No hay porqué
exterminarlas".
Detalle de la granja de hormigas que estudian las científicas. Foto: Silvana Colombo.
Exportar soluciones, otra tarea del Laboratorio de Hormigas
El grupo de investigación afincado en Quilmes no se limita a estudiar hormigas cortadoras de hojas. También dedican trabajo de mesada, y más que nada esfuerzos en el campo, para conocer el comportamiento de otras especies nativas. Algunas como las hormigas argentinas, o las de fuego, se han vuelto famosas en todo el mundo por su capacidad invasora. "Son muy problemáticas, ya que generan reducción de la biodiversidad de los lugares que invaden. Además, les gusta anidar a casi todas en sistemas eléctricos, entonces los rompen y traen una serie de inconvenientes", comenta Folgarait.
El conocimiento adquirido ha llevado al grupo de la UNQ a colaborar con centros de investigación del exterior. La tarea central aquí consiste en la identificación de enemigos naturales que mantienen a las poblaciones locales controladas. Esto permite exportar potenciales soluciones de control biológico a distintos países. Folgarait señala como fructífero el trabajo que realizan con la Universidad de Texas en Austin (Estados Unidos). "El trabajo con hormigas en el exterior se valora tanto, o incluso más que acá", comenta la investigadora.
"Tenemos muchas hormigas que son un problema en otros lados, entonces eso nos permite estar en una buena posición para poder estudiarlas", asegura Folgarait. Considera que las cosas en los últimos años han cambiado para bien, pero todavía ve difícil estar a la altura internacional. Y esto en gran medida pasa por limitantes económicas, o por cuestiones relacionadas con la importación de insumos. Además, cree que estas líneas de investigación a veces son relegadas. "Pero claro que es posible investigar hormigas en el país, lo vengo haciendo desde 1995", concluye la científica.
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