Ciencia
Se firmó un convenio de cooperación entre un grupo de investigación de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN) y una empresa sueca. Busca brindar mayor precisión al tratamiento de los aneurismas cerebrales
Por: Fernando Fuentes
23 de marzo de 2024
La computadora de Ignacio
Larrabide está repleta de imágenes donde se ven aneurismas cerebrales. Es que
el ingeniero en sistemas, doctor en ciencias, e investigador de la Universidad
Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), las utiliza para
modelar estas lesiones arteriales y simular respuestas a tratamientos que se
utilizan para corregirlas.
En la UNICEN Larrabide
coordina el grupo de investigación Yatiris. Gracias a publicaciones en revistas
científicas, presentaciones en congresos internacionales y colaboraciones con
otros centros de investigación, desde Tandil han sabido ganar visibilidad en el
ámbito académico. Pero no todo queda ahí, ya que acaban de firmar una
colaboración con una empresa sueca que busca mejorar la eficacia de
dispositivos para tratar aneurismas cerebrales.
"La cooperación con la
empresa Mentice AB para nosotros es un paso grande, importantísimo, porque
significa que lo que estamos haciendo tiene un valor que va más allá de la
investigación. Permite desarrollar aplicaciones que llegan a la sociedad",
comenta Larrabide a El Editor.
El investigador de CONICET
agrega que la empresa sueca está dispuesta a apostar por más investigación y
está interesada en los resultados que obtienen como grupo.
"Para nosotros es una
posibilidad también para crecer, no solo en Argentina y en la región, sino que
también afuera, en un lugar como Europa, donde tienen investigadores de muy
buen nivel y con los que estamos compitiendo", dice Larrabide.
La colaboración buscará
optimizar el tratamiento que se brinda hoy a los aneurismas cerebrales. Esas
lesiones se caracterizan por ser dilataciones anormales en forma de saco, o
pera, que comprometen de manera localizada la pared de una arteria del cerebro.
A veces pasan desapercibidas
durante toda la vida. En otras oportunidades aparecen de manera incidental en
imágenes médicas cerebrales, o bien son delatadas por la presencia de síntomas
neurológicos inespecíficos. Pero sin dudas, la peor manera de conocerlas es en
el contexto de una hemorragia cerebral producto de su ruptura.
Hasta hace unas décadas, los
pacientes debían ser siempre sometidos a una cirugía invasiva para evitar tal
complicación. La dificultad radica en que este procedimiento requiere la
apertura del cráneo. Pero en los últimos años han surgido adelantos, que permiten
tratar a estas lesiones con catéteres y dispositivos que viajan a través de la
luz de la arteria afectada.
Uno de los dispositivos más
empleados aquí es el estent. Y al momento de utilizarlo, el neurocirujano se ve
en la necesidad de buscar aquel que se amolde a las características de su
paciente.
"La anatomía del
paciente, la forma del aneurisma, la ubicación que tiene la lesión, puede
variar. Con inteligencia artificial tratamos de predecir cómo se va a comportar
un dispositivo, u otro, al colocarlo dentro del paciente. "Esto le informa
mucho al médico y le permite escoger entre diferentes opciones
disponibles", señala Larrabide.
Parecen oficinistas
El investigador comenta que
cuando el grupo se pone a trabajar parecen oficinistas. Las jornadas
transcurren con la mirada fija en un monitor, pero la mente liberada a la
búsqueda de soluciones para los pacientes. Analizan datos, entrenan máquinas
para las simulaciones, se valen de la inteligencia artificial y agradecen
disponer de algunas herramientas de software científico gratuitas.
"Somos un grupo de
ingenieros, matemáticos, físicos, algunos bioingenieros también. Pero lo que
intentamos hacer es cruzar el puente hacia el otro lado, que en nuestro caso es
la medicina. Ahí es donde sentimos que podemos aprovechar, que podemos
contribuir, porque llevamos nuestro conocimiento a un área distinta", dice.
La vocación por traspasar
fronteras se nota al entrar en contacto con otras líneas de investigación que
llevan adelante. Una de ellas, en colaboración con el Hospital El Cruce, de
Florencio Varela, incursiona en la oftalmología. Y lo que intenta es asistir a
los especialistas en el diagnóstico temprano de complicaciones en la retina
producidas por la diabetes.
Otra, con profesionales de
ese mismo hospital, busca dar con el desarrollo de estrategias para la
detección precoz de enfermedades neurodegenerativas, como por ejemplo el
Alzheimer.
"Las que están más cerca
de transformarse en aplicaciones concretas, en productos, son la de aneurismas
y la de retinopatía diabética. Las otras todavía están en etapas de
investigación y esperamos que, en breve y de a poco, podamos ver la luz también
con esas. Uno cuando empieza trabajando en esto, trata de responder a una
pregunta y luego aplica la respuesta en algún lado. Pero no siempre es tan
directo, ni tan rápido ese camino", refiere Larrabide.
De todos modos, el
investigador cree que la cooperación con la empresa sueca le dará mayor
visibilidad a las investigaciones que realizan. También es posible que acerque
fondos necesarios para continuar en estos desarrollos. Por último, espera que
ayude a continuar la tarea de formación de recursos humanos que también
realizan desde la UNICEN.
Larrabide comenta que la
financiación de sus investigaciones para este 2024 viene complicada. Dice que
el principal problema que afrontan es la inflación y se lamenta que un par de
proyectos financiados con anterioridad hayan quedado muy desactualizados. Pero,
aun así, espera que el grupo pueda seguir este año en la senda del
crecimiento.
"El convenio nos
beneficia en que podemos hacer cosas que tienen valor para médicos y pacientes.
Las investigaciones no quedan en un resultado teórico, de alguna forma vuelven
a aplicarse en la vida real. Eso nos mueve a quienes trabajamos en el
grupo", concluye el investigador.
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