El desahogo

Frotó la lámpara y apareció la magia. La de él. La del que no hace falta ni nombrar. El as de espadas es argentino y en un partido tan cerrado como un sarcófago azteca cacheteó con el pie zurdo para que la pelota bese la pared izquierda del arco. Ochoa se sigue estirando y lo hará para toda la eternidad. Es el desahogo de un país y de un equipo al que se lo vió muy atado en el primer tiempo. Lo gritamos recontra colgados del alambrado. Claro que sí. Y el segundo de Enzo Fernández. Enzo sí. Como si Francescoli le hubiera dicho un rato antes cómo hamacar la cintura en 15 centímetros. Ganamos. Y ahora Polonia. Pero esa será otra historia.

26 de noviembre de 2022

Un primer tiempo similar al segundo tiempo de Arabia Saudita. Un equipo estático, sin fluidez, fácil de contrarrestar y sin presencia. Un México que complicó sólo parándose de contra. Mac Allister intentó ser manija en su primer partido mundialista haciendo lo que pide el cotejo algo que parece fácil pero no lo es: darle un pase al compañero. Bien la dupla central en los cruces, un De Paul errático pero con más presencia. Messi y Lautaro flojisimos. Di María intentando hacerse notar. Poco, muy poco.

El segundo tiempo tiene dos tentativas de titulo: ENZO FERNANDEZ O ANULO MUFA. Usted elige. Un segundo tiempo con la misma tónica pero un México muy replegado.

Argentina casi que por inercia estaba en el campo azteca pero entró Enzo Fernández. Si, el que juega como si nada pasara siempre. El que, como Mac Allister, te las da todas redondas. Y encima, promediando la mitad, sucedió el anulo mufa más grande de la historia: Es que el Fideo estaba insistente pero impreciso y Messi, con la cabeza gacha. Pero no, basta, el mundo, D10s o no se quien no soportan ese desenlace. Y Di María se la dio a Messi y Lionel metió un golazo. ANULO MUFA. El más lindo de todos. Ese que esperábamos. Y de a poquito, se fue acomodando, volvimos a tener memoria. De Paul consiguió templanza, Dibu fue un candado y Enzo MVP Fernández. Habia perdido el invicto en la temporada, le mojaron la oreja y no lo soporto. Calma, templanza y un golazo. Que golazo Enzo. Qué jugador, nene. 21 años. Y ahora, estamos más fuertes que nunca, con la alegría que nos merecemos y lo cerradito de un termo. Vamos nosotros.


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