Un primer tiempo flojito. Argentina tenía la pelota pero no era peligrosa. No había fluidez en los pases y tampoco había desequilibrio individual. Encima, los australianos tuvieron la pelota 10 minutos, de una manera tan pasiva como la marca de Argentina. De pronto, tras un foul inventado por Papu y en el rebote del mismo, el 10, muy impreciso hasta ese momento, se juntó con Mac Allister, quien cerca de la medialuna del área filtró la pelota para Otamendi que la paró mal pero terminó dándole un pase a Lionel, quien puso el primero. Un gol que no es cualquiera. Con este gol supera al Diego en goles en mundiales y hace su primer tanto en mata mata mundialista. Si el de México fue un anulo mufa gigante, este, mucho más.

El segundo tiempo Scaloni entendió todo. Es que en el primero la presión era muy pasiva y entonces sacó al Papu y puso a Lisandro. ¿Cambio defensivo? Minga. Acuña y Molina eran dos perros de presa y Julián, estaba al acecho. De Paul, de un segundo tiempo místico, presionó al arquero Ryan y el de River, volvió a embocarla. Me preguntaran por Enzito. Otra vez, partido de crack. Todas redondas. ¿Lisandro? Una bestia. Que jugador. No salgas nunca. Todas redondas y sin titubeos. Luego, otra vez los cambios. Y un gol de Australia totalmente fuera de contexto. Un rebote y a sufrir. Es que había que sufrirla, ¿vio? Y apareció el Messi de la Copa América, que se los llevaba a todos a la rastra. Argentina sufría por la impericia de Lautaro en dos mano a mano. Qué mental es el fútbol. Encima, en la última, mano a mano para Australia pero apareció Él. Estaba desaparecido, se puso de peinado la bandera. Que bien la representa. Atajadón del Dibu. Y todos los países que hinchaban contra nosotros, muzzarela. Este equipo vuelve a latir al ritmo del pueblo. Argentina en modo festejo de gol de Di María contra Francia.