El Exorcista, la película que refundó el horror

A casi medio siglo del estreno de la película de William Friedkin, una visita a su historia y a su mito. Maldiciones, shock y legado de la película que cambió para siempre nuestro modo de temblar en el cine.

2 de enero de 2023

La década de los setenta fue un momento de clivaje en la historia occidental. Más allá de la guerra de Vietnam y su reacción (el movimiento hippie y las movilizaciones masivas en reclamo de paz mundial), la sensibilidad de toda esta época influyó - como en cada momento de la historia- en las expresiones artísticas del periodo.

En ese entonces, nuevos nombres comenzaban a surgir, con propuestas novedosas y frescas. Scorsese, Spielberg, Coppola, Carpenter, De Palma y Friedkin (director de El Exorcista), entre muchos más, son algunos de los directores que flamearon su bandera a partir de esta mirada nueva, con una visión del mundo representada de una manera nunca antes vista en el estadounidense.

A partir de la caída en 1966 del denominado Código Hays (tal el nombre de la ley que determinaba qué podía ser mostrado y qué no en una película), las producciones comenzaron a ser más osadas y también cada vez más explícitas en el mejor sentido de la expresión. Desde entonces, los filmes se volvieron más viscerales y ya casi sin límites respecto a décadas anteriores. ¿Los resultados? Obras míticas, fundantes, cuyo rastro e influencia puede rastrearse hasta hoy. Y una de ellas fue, precisamente, El exorcista. Veamos por qué.


¿Una película maldita?

Max von Sydow y Linda Blair en una escena de El Exorcista (1973)

La película está basada en una novela homónima escrita en 1971 por William Peter Blatty, quien también sería el guionista y productor de la adaptación al cine. El autor se basó en un hecho verídico: un niño de 14 años adoptaba diversas personalidades como resultado de una posesión demoniaca. A partir de eso, fue sometido a varios exorcismos durante más de tres meses. La interpretación y readaptación personal de Peter Blatty desembocó en la historia de la posesión diabólica pero no ya en un chico sino en una niña de 12 años, también exorcizada. El relato deambula sobre la fe, poniéndola permanentemente en cuestión e invitando a razonar sobre la misma.

Los actores seleccionados para protagonizar la cinta fueron Ellen Burstyn, Linda Blair, Jason Miller y Max von Sydow. El rodaje comenzó en agosto de 1972 y no podría haber sido más atípico y accidentado. Pasar, pasó de todo: ruidos extraños y sombras tenebrosas se hicieron presentes desde el primer día de filmación. Friedkin y otros operarios más escépticos tenían la tarea de, además de realizar su trabajo, tranquilizar al resto del equipo. En ese contexto, cuentan, persignarse pasó a ser algo tan común como saludarse, y ese gesto se extendió durante la totalidad del rodaje.

La casa como parte central del horror que se cuenta pero también del mito que rodeó a su rodaje.

El hecho más llamativo sucedió pocos días antes de comenzar a filmar. El set que representaba la casa principal estaba armado y listo para comenzar a ser protagonista del relato cuando un incendio de causas desconocidas (alguna versión hace cargo a una paloma) incineró toda la instalación. En realidad, toda no: la habitación donde se representaría el exorcismo sobrevivió al fuego, intacta.

Tres operarios murieron en esta tragedia la cual fue, probablemente, el puntapié para comenzar a filmar con el terror en la nuca y claramente sugestionados. Por este accidente, también, el plan original se retrasó seis semanas.

Lo peor fue que las situaciones extrañas no terminaron allí. Durante los primeros días de rodaje ocurrieron dos muertes cercanas: Max von Sydow se ausentó al segundo día por el fallecimiento de su hermano y unos días después Linda Blair hizo lo mismo por la muerte de su abuelo. Los actores Jack MacGowran y Vasiliki Maliaros también fallecieron y dos operarios fueron encontrados sin vida. La lista de desgracias parece interminable, incluyendo varias sucedidas en postproducción. La propia Ellen Burstyn, quien interpreta a la madre de la niña poseída, solicitó que dejaran de decir "no creo en el diablo" (escrito en varios diálogos del guión) porque creía que las consecuencias de esa osada afirmación estaban ya a la vista.

Resistencia de género

Nosferatu (F.W. Murnau, 1922), una de las primeras grandes películas de género.

El género del terror fue uno de los primeros en desarrollarse en el cine, pero también uno de los más bastardeados. Inició con películas como Frankenstein (1910), Das Cabinet des Dr. Caligari (1920), Haxan (1922) o Nosferatu (1922), supo consolidarse con míticos filmes de la Hammer Films Produccions como Drácula (1931), The Mummy (1932) o The Bride of Frankenstein (1935), y el camino continúa hasta hoy

Fue de algún modo la oveja negra de los géneros, aquel al que se recurre buscando el estímulo fácil y privado desde el vamos por la profundidad que espera de una película dramática. El cine de terror fue por décadas ése que busca escapar de la solemnidad vacía e intenta llegar al espectador mediante sensaciones sombrías, una experiencia en sí misma. Será también por eso que incluso grandes directores -como Stanley Kubrick en The Shining (1980), Roman Polanski en Rosemary 's baby (1968) o el propio William Friedkin en este caso- mostraron interés por este tipo de cine y manifestaron sus inquietudes a través del terror.

La sobreexplotación del género en las ultimas décadas fue uno de los motivos por los cuales el valor del terror bajó en la mente del gran público. Hoy el espectador promedio presta menos atención en general, por lo que es casi obligatorio conformar un clima genérico y cómodo, donde prime el suspenso esperable. De todos modos hay excepciones y la mayoría de ellas busca convertirse artística y culturalmente en las nuevas Halloween (1978), Rosemary 's baby (1968) o Scream (1996).

El legado del diablo

Max von Sydow y, de fondo, el demonio desenterrado por este sacerdote que era además arqueólogo.

Así como en líneas generales el terror ha sido desprestigiado por el gran público, se puede sobreentender que también lo ha sido por parte de los premios. El festival de Sitges es uno de los pocos espacios en donde puede haber reconocimiento para este tipo de películas además de entre -desde luego- el público consumidor fiel que el género supo construir con el paso de los años.

El Exorcista (1973) fue la excepción a la regla y logró alcanzar un cúmulo de nominaciones, además de llevarse varios premios. Fue una de las películas centrales de la temporada de premios posteriores a su estreno, obteniendo galardones importantes en los Golden Globes (como el de Mejor director y Mejor película dramática) y arrasando en los premios Oscars con 10 nominaciones (incluyendo las más relevantes), donde logró quedarse con la estatuilla al Mejor guión adaptado y Mejor sonido. Si bien el criterio que utiliza la Academia es siempre particular, la película dirigida por Friedkin marcó un antes y un después también en materia de galardones y hoy también se toma esto como referencia.

A fines de 2022 se celebró el casi medio siglo desde su lanzamiento y solo se llega a una conclusión: El Exorcista (1973) fue una película adelantada en el tiempo y si llegase a estrenarse hoy como un producto nuevo sería un furor absoluto. La locura y exigencia de Friedkin, la dinámica de la época, el contexto de liberación de las costumbres y una serie de factores casuales que nunca se terminarán de conocer lograron combinarse de la mejor manera posible. El resultado fue una de las mejores películas que alguna vez se hayan hecho. Por algo, ya casi 50 años de su estreno, todas siguen queriendo parecerse a ella.



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