Política
La Justicia porteña avanzó en la suspensión de los comicios para elegir al próximo presidente de Boca Juniors. Una encrucijada entre dos modelos de conducción que no solo determinará el destino de un club. El rol del presidente de la Liga Profesional del Fútbol Argentino (AFA) en un esquema que no admite grises
Por: Agustín Colianni
2 de diciembre de 2023
Juan Román Riquelme asegura que las elecciones las gana
caminando: "95 a 5", dice. Y comenta que, ni bien sea presidente, tocará el
timbre de cada una de las casas que lindan con la Bombonera y hablará con
vecinos y vecinas, mate de por medio, para buscar la manera de modernizar el
estadio.
Mauricio Macri está de regreso. Alineado al presidente
electo Javier Milei, ahora vuelve a la carga por las riendas de Boca. Irá como
vice de Andrés Ibarra (exgerente del club y exministro de Modernización de Ciudad
Autónoma de Buenos Aires) y prometió la construcción de un nuevo estadio de
casi 400 millones de dólares.
Para el consultor y analista político, Federico González, el
asunto electoral no escapa de ninguna manera a lo simbólico y en diálogo con El
Editor explica: "Mientras Macri, para el imaginario social, representa
negocios, sociedades anónimas, pragmatismo y la lógica del individualismo,
Riquelme es pueblo y une lo colectivo con la pasión, con el ídolo".
"Esto es una remake de Luna de Avellaneda. Hay una gran
tensión entre los que quieren un club social y los que quieren un club para dar
lugar a los negocios y desvirtuar la esencia de lo comunitario", sintetiza el consultor.,
Así las cosas. Dos modelos muy distintos. Dos bandos bien diferenciados que se verán las caras en las urnas quién sabe cuándo. La Justicia porteña frenó los comicios pautados para el 2 de diciembre por "irregularidades en el padrón", y la cosa, parece, se definirá en las próximas semanas.
Román ¿El último soldado?
Román es el último bastión antimacrista, el solitario
combatiente que asoma entre las trincheras de la resistencia popular, al menos
por estos tiempos de climas caldeados y desánimo social. Es un tipo común, de
origen humilde. Con discurso llano, sencillo e inteligente, lanza municiones
siempre bien dirigidas. "Yo nunca fui ni voy a ser empleado de ellos", repite
hasta el hartazgo.
Riquelme desafía a las grandes corporaciones y a los
esquemas establecidos que muchos llaman establishment. Les para el carro a los
operadores, se le planta a la Justicia y escupe su consigna a modo de bandera:
los clubes son de los socios. Defiende, a capa y espada, a las sociedades
civiles sin fines de lucro. Arremete, cuando y donde quiere, contra los medios
hegemónicos que a menudo siembran cizaña: Román se pasea por los canales con el
termo bajo el brazo y juega de local no importa si es visitante. Está
tranquilo. Todos lo respetan. Eso pasa con los ídolos populares y él mismo lo
explica a la perfección: "Para mí, poder tiene el que es querido por la gente".
Román no pone excusas y baja mensajes claros: "Agarramos un
club con deudas y hoy tenemos en caja 30 millones de dólares, con los balances
a la vista de todos los hinchas para que puedan leerlo desde sus casas tomando
mate", dice una y otra vez.
Las balas mediáticas no le entran y su discurso se
materializa en la cancha: seis títulos en cuatro años y dos finales por
jugar le dan crédito de sobra. Román no se casa con nadie y no rinde cuentas,
porque los números no mienten y los resultados están a la vista.
También se equivoca, claro. Por eso varios técnicos salieron
eyectados del banco de suplentes ante resultados adversos, incluso habiendo
sido campeones. Es que las exigencias de hoy son mucho más grandes que las de
ayer. La obsesión se llama Copa Libertadores y lo demás es chiquitaje.
Riquelme habla simple y sin eses. Representa a la fuerza
popular bostera que lo abraza y cobija desde 1996, cuando en su debut frente a
Unión de Santa Fe recibió la primera ovación de su vida en plena Bombonera.
Ironía al margen: Riquelme llegó a Boca porque Macri lo llevó.
Pero Román es también político. Por caso, lanzó su propia
agrupación -Soy Bostero- y articula con atino la gestión en las peñas y
filiales del interior. Allí mantiene una fuerza esencial para sus aspiraciones
de consolidar su estadía dirigencial en Boca. No se queja, no le ruega a nadie
y se arregla con lo que tiene. Que, por cierto, no es poca cosa: supo cómo
cercar su territorio y cerró filas con tipos de su círculo más confiable (Raúl
Cascini, Marcelo Delgado, Jorge Bermúdez, entre otros).
No le tembló el pulso para devolver gentilezas a la siempre crítica y despiadada televisión: cuando tenía todo acordado con Disney y Star+ para transmitir su partido despedida, el pibe de Don Torcuato dio un inesperado giro de 180 grados y se los cedió a la TV Pública. Las señales hegemónicas del conglomerado, como ESPN y Fox Sports, se quedaron con las ganas de facturar la fiesta histórica a la que asistió el mismísimo Lionel Messi.
Banderazo de hinchas de Boca en apoyo a Riquelme. Foto: Telam.
¿Y Tapia?
Andrés Ducateinzeiler estuvo al frente de Independiente
desde los albores de 2002 hasta 2005. Hoy se autodefine como el presidente que
le ganó un campeonato a Macri. "A mí me quisieron comprar y no pudieron. Yo
puse a Independiente por encima de todo. Por eso me operaron los medios y me
mandaron al exilio", asegura en diálogo con El Editor.
"Duca" está de regreso y, semana a semana, lanza granadas
contra los poderosos en su programa "El Loco y el Cuerdo", junto al periodista
Flavio Azzaro, vía Youtube, debaten y exponen sobre fútbol, negociados y
política.
"Fueron por Independiente y nadie hizo nada. Vienen por Boca
y nadie hace nada. Vendrán por Chiqui Tapia y nadie hará nada", vaticina
Ducatenzeiler. Se refiere, ante todo, al desembarco del macrismo en la entidad
de Avellaneda, con Néstor Grindetti a la cabeza, Cristian Ritondo al mando de
los hilos fundamentales y Carlos Tévez que conduce el equipo. Una maquinaria al
servicio del macrismo. "Independiente es el Boca B", dice Duca.
Y en el medio está Chiqui Tapia. El titular de AFA se jugó
un pleno con Scaloni y empuñó un rédito que pareció infinito. El Mundial lo
posicionó como ícono indiscutido, pero las irregularidades contantes en los
torneos locales, con arbitrajes escandalosos, lo ponen bajo la lupa.
Ducatenzeiler no tiene dudas: "Van a ir por Tapia", afirma.
El mandamás de AFA ya jugó sus cartas. La victoria de Milei puso
su futuro entre signos de interrogación. Ni lerdo ni perezoso, Tapia mostró potestad
política y logró que, días atrás, clubes de todas las categorías levantaran la
mano de manera unánime en contra de las Sociedades Deportivas Anónimas (SAD).
"Muchos de esos que se sentaron en primera fila son los que
van a traicionarlos. Se lo dije a Toviggino", cuenta Ducatenzeiler. Pablo
Toviggino es el secretario ejecutivo de la AFA. Hombre del que poco se sabe,
pero que desde las sombras hace y deshace en la estructura del fútbol
argentino.
Elección simbólica
El pueblo boquense habló: cuando la jueza Alejandra Abrevaya
ordenó la suspensión de los comicios, la movilización de hinchas hacia la
Bombonera fue espontánea y estruendosa. La magistrada respondió a un pedido de
Andrés Ibarra -exgerente general de Boca y actual alfil de Macri para
recapturar las riendas del club-. La jueza es hermana de Sergio Abrevaya,
presidente del GEN, partido de Juntos. ¿Todo cierra con todo?
Las irregularidades en el padrón que Macri señala y que
Román niega, retrasarán la elección. Así, la masa societaria xeneize irá a las
urnas cuando Javier Milei ya esté al frente de la batuta en Nación. Duca no
tiene dudas: "Macri quiere que Milei ya sea el presidente cuando se realicen
las elecciones en Boca. A Román lo van a sacar por decreto", asegura.
González va más allá y cita a
Borges. "Los hombres nacen aristotélicos o platónicos y, a lo largo de la
historia van cambiando. Esa antinomia se transforma siempre con distintos
ropajes. Unitarios y federales, racionalismo y empirisimo, peronismo y antiperonismo,
Boca y River, pónganle como quieran. Son versus ordenadores de la vida",
comenta, y explica: "Es el enfrentamiento estructural de qué somos, qué es
el bien y cómo queremos vivir; qué nos une y por dónde tenemos que caminar. Es
una pregunta antropológica con dos respuestas, que da lugar a dos tipos de
identidades que a lo largo del tiempo se vuelven a encontrar para insistir en
la oposición de los contrarios y nunca se llega a una síntesis".
Lo cierto es que no se votará el domingo. Las elecciones en
Boca tendrán que esperar. Allí se juega mucho más que la conducción de un club
de fútbol. Esto es un ajedrez en el que las piezas se mueven con extrema
cautela desde hace rato. Se trata de una riña que, en un futuro no muy lejano,
podría determinar el aterrizaje de las SAD en el plano futbolístico argentino y
jaquear fuerte a los clubes y su gente.
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Cerca de una decena de legisladores podría abandonar la bancada amarilla y sumarse a LLA o armar un bloque apéndice del oficialismo.