Falleció la primera persona en conseguir un suicidio asistido
No hay una ley que apruebe el suicidio asistido, pero Federico Carboni fue el primer paciente en acceder a esta práctica, legalizada por una sentencia del Tribunal Constitucional de Italia, asistido bajo supervisión médica, y con el acompañamiento de su familia y amigos.
21 de junio de 2022
No hay una ley que apruebe el suicidio asistido, pero Federico Carboni fue el primer paciente en acceder a esta práctica, legalizada por una sentencia del Tribunal Constitucional de Italia, asistido bajo supervisión médica, y con el acompañamiento de su familia y amigos.
Federico Carboni, conocido hasta ahora con el seudónimo de "Mario" para preservar su intimidad, murió este jueves a las 11.05 (6.05 hora argentina), después de haberse inyectado en su domicilio una droga letal a través de a un aparato especial, que tiene un costo de aproximadamente 5.000 euros y para el cual la asociación Luca Coscioni (que lucha por la legalización de esta práctica) había recaudado fondos, informó la organización a través de un comunicado de prensa.
El procedimiento de suicidio asistido se realizó bajo supervisión médica y el acompañamiento de su familia, amigos, y abogados de la asociación, según se informó.
Debido a la ausencia de una ley, el Estado italiano no se hizo cargo de los costos de asistencia al suicidio asistido y dispensación de la droga, a pesar de que la técnica está permitida por el Tribunal Constitucional.
Carboni tenía 44 años y trabajaba como camionero, pero en 2010 tuvo un accidente que lo dejó tetrapléjico y lo llevó a pedir a las autoridades sanitarias de su región, las Marcas, en el centro del país, la autorización de recurrir al suicidio asistido.
Después de una larga batalla legal y a casi dos años desde la primera solicitud, el 9 de febrero aprobaron la práctica. Actualmente, la ley italiana castiga la ayuda al suicidio con una pena de entre 5 a 12 años de cárcel.
Sin embargo, en 2019, el Tribunal Constitucional, la más alta instancia jurídica en Italia, introdujo una excepción para "los pacientes mantenidos en vida con tratamientos [...] y con una patología irreversible, fuente de sufrimiento físico y psicológico que consideran intolerable, aunque son plenamente capaces de tomar decisiones libres y conscientes", según explicó la agencia de noticias AFP.
Federico Carboni cumplía todos estos criterios y en sus últimas palabras aseguró: "No niego que lamento despedirme de la vida, sería falso y mentiroso si dijera lo contrario porque la vida es fantástica y solo tenemos una. Pero desafortunadamente fue así".
"He hecho todo lo posible para poder vivir lo mejor posible y tratar de recuperarme al máximo de mi discapacidad, pero ahora estoy agotado mental y físicamente. No tengo un mínimo de autonomía en la vida diaria, estoy a merced de los acontecimientos, dependo de los demás para todo, soy como un barco a la deriva en el océano", expresó el hombre a través de un comunicado de la asociación.
"Soy consciente de mis condiciones físicas y de mis perspectivas, así que estoy totalmente tranquilo y sereno respecto a lo que voy a hacer", agregó y concluyó: "Ahora por fin soy libre para volar donde quiera".