Sociedad
La posibilidad del ingreso de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) al fútbol argentino es un anhelo latente que durante años pretendieron materializar los sectores más poderosos de la economía concentrada de la Argentina, pero que, de manera recurrente, colisionó una y otra vez con el rechazo de los clubes federados en AFA
Por: Federico Meiorin
20 de enero de 2024
El DNU busca ampliar la asimetría entre el capital y el trabajo, pero además pretende desarmar construcciones culturales y sociales generadas durante décadas. El proyecto propone una fuerte apuesta: un gobierno que intenta reconfigurar el esquema actual para las sociedades civiles sin fines de lucro con la incorporación de las SAD.
Los argumentos que esgrimen quienes las apoyan están relacionadas con la obtención de mayor y mejor eficiencia, y que, además, el ingreso de privados proporcionaría más trasparencia a las entidades deportivas de fútbol.
Es común que se evoque al ejemplo europeo de las grandes ligas -especialmente de la Premier League- donde las operaciones se centran bajo un fin especulativo y con una máxima de ganancias para los inversionistas.
Aunque en el viejo continente, también están el Barcelona o el Real Madrid que, en apariencia, son exitosos como asociaciones civiles. En España se exige volcar buena parte de la inversión para la formación de nuevos talentos y el sostenimiento rentable del espectáculo. No obstante, la pregunta es, ¿cómo y quién financia estas entidades tan enormes?
En
Argentina, el fútbol transita por una realidad económica compleja. Los clubes
tienen grandes pasivos acumulados por pésimas gestiones, deudas descomunales
judicializadas e inhibiciones promovidas por representantes.
Pero si de economía se trata, como contó El Editor un caso paradigmático es el de Deportivo Riestra. El club de Villa Soldati ascendió desde la Primera D a la Primera Nacional en apenas cinco años. El nombre de Riestra empezó a trascender por sus logros deportivos meteóricos sumado a todo lo otro que lo rodea: los negocios ocultos del abogado Víctor Stinfale y el sponsoreo de marcas internacionales, inversiones inéditas para el futbol de las categorías más bajas.
El fútbol no debería olvidar las experiencias de los "gerenciamientos" allá por los años 2000, una especie de sociedades mixtas, y por los sobresaltos escandalosos que tuvieron que pasar clubes como San Lorenzo, Ferro, Racing y Quilmes. Aquella vuelta, sus balances se desequilibraron y las instituciones entraron en una grave crisis una vez que sus inversionistas quisieron retirar lo aportado.
Por otra parte, la AFA, enfrentada con la propuesta, señaló un rechazo contundente a la iniciativa del ejecutivo. De manera unánime, las instituciones votaron en contra del ingreso de la participación privada. "Las SAD no tienen existencia jurídica, es algo que algunos ven como superador a lo que nosotros tenemos. Si no tuviéramos los clubes cumpliendo la función social que realizan, no seríamos los que somos", aseguró Claudio "Chiqui" Tapia, su presidente Esta declaración se dio en el marco de la convocatoria dispuesta por la máxima autoridad del fútbol - con postura unificada mediante- y junto a la mayoría de las entidades anunciando su oposición a través de comunicados oficiales en sus redes.
Dante Majori es presidente del Club Yupanqui y muy cercano al presidente
Tapia. En diálogo con El Editor el dirigente expresó su visión sobre las SAD: "Son muchos los clubes con
actividades para sus socios o vecinos, incluso para la tercera edad. También hay
clubes que fichan chicos con condiciones para competir y les ofrecen la
contención que no encuentran en su entorno ni en las calles. Para algunos
niños, el club puede ser el primer control médico pediátrico de sus vidas", destacó.
El presidente del club de Lugano es autor del libro Más allá del fútbol. Su publicación recoge casos de diferentes
entidades y plasma la importancia del rol social que brindan. En el libro se pueden leer diferentes
modelos sociales. Arsenal, por ejemplo, apadrinó escuelas rurales en Sarandí y
suministra útiles escolares a los estudiantes, el caso de Atlético Rafaela que
presta sus instalaciones para clases de educación física. También cuenta que el
Club Cañuelas tiene una subcomisión específica para deportes adaptados, lo que
permite la inclusión de un segmento particular de la
población.
La historia marca que existe una identidad cultural muy arraigada entre hinchas y socios con el barrio y con sus ciudades. Una cultura que ha ido tonificando la vida social, que posee un sentido de pertenencia pasional y un sentimiento colectivo para defender las redes que las entidades tejieron durante más de un siglo en contextos sociales diversos según el lugar.
"Los socios no tendrían ya más representación alguna en las sociedades. No tomarían las decisiones en las SAD y se convertirían en simples simpatizantes", aseguró Manuela Moreno, excandidata a la vicepresidencia de Huracán y abogada especializada en deportes. Y agregó: "Las SAD estarían dirigidas exclusivamente por accionistas en beneficio de sus intereses. Es otro tipo de orden jurídico", manifestó la letrada ante la consulta del El Editor.
Pasan
los años y en Argentina no se ha podido aún problematizar a fondo la
cuestión. La discusión en torno a la creación de las SAD se observa desde
los años 90, pero nunca se hizo con la profundidad reflexiva que este debate
merece.
El principal miedo a perder la sociabilidad cultural y deportiva que cumplen las entidades convoca a aquellos que se oponen. También temen perder esos valores constitutivos que se ofrecen y la competitividad de los más chicos.
Desde
la vereda de enfrente esperan dar el salto. En la mira están Boca, Newell's,
Estudiantes y Banfield. El negocio fenomenal del fútbol donde, en principio, no
entrarían todos los que aman el deporte. No hay lugar para todos.
¿Será
la oportunidad de convertir la pasión y el espectáculo para que solo puedan
venderse al mejor postor o el peso de la historia y la misión social de los
clubes serán mucho más preponderantes?
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