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¿Hay macrismo sin Macri?

Los principales referentes opositores juegan con la posibilidad de que el expresidente no se presente como candidato en las próximas elecciones. La búsqueda de un discurso que contenga la fuga por derecha ante la ausencia de Mauricio Macri en las boletas.

Por: Agustín Alvarez Rey
19 de marzo de 2023

"Esta vez nos toca. Este tren que hemos dejado pasar tantas veces y que hoy nuevamente está en la estación de la Argentina para que nos subamos, nos vamos a subir, aunque tengamos que tirar por la ventana a Kirchner porque no lo aguantamos más", fue la frase con la que el entonces jefe de Gobierno, Mauricio Macri, dejó en claro su deseo de ser candidato a presidente. Fue en agosto de 2010. La derecha argentina sentía que le había llegado otra vez el turno, pero en las urnas. La larga marcha de Cambiemos hacia el poder ya había comenzado. Se plasmó en 2015.

"Es hora de que Cristina se vaya a su casa", dijo el gobernador de Jujuy Gerardo Morales durante la oficialización de su precandidatura para ocupar el sillón de Rivadavia el teatro Gran Rex. La imitación es burda, pero no casual. El tono algo más moderado no nubla el objetivo de la frase. La estrategia es tan obvia como grosera. El juego de quedarse con los votos de Macri, aunque Macri no quiera, es una de las partes centrales de la interna de Juntos por el Cambio.

Hay algo ahí. Está siempre. Precede a Macri y sobrevivirá al 2023, gane quien gane. Hay un votante que puede ser rápidamente seducido ya sea por aquel discurso de Macri, por este de Morales o por alguno anterior de Fernando De la Rúa. Esa oratoria tiene que interpretar a un sector de la sociedad que está, desde antes, dispuesto a acompañarlo. Al son de las crisis económicas ese sector de la sociedad se vuelve mayoría. Eso vio Macri, eso ve hoy la oposición. Cuando el peronismo, por distintas razones, no encuentra la manera de ampliar derechos y satisfacer demandas, la derecha vela sus armas para volver al poder. Algo que normalmente, en el seno de la clase media y las clases populares, comienza como sueño y termina como pesadilla. Una historia que ya se escribió mil veces. Algo así como Volver al futuro, pero del fin del mundo.

La imagen de Mauricio Macri no mejora. Su candidatura a esta altura sería un capricho. Algunos estudios de opinión pública, de esos que circulan por escritorios centenarios, lo muestran como el dirigente nacional con mayor imagen negativa. La valoración sobre la capacidad de gestión del expresidente logró saltar la grieta. El capricho de Macri, su búsqueda de revancha personal, se sostiene en una sola idea: ¿Si la gente va a votar mis ideas por qué no me va a votar a mi? La respuesta es obvia. No son sus ideas.

Faltan poco menos de 100 días para el cierre de listas y poco menos de 90 para que queden formalizadas las alianzas electorales. La cuenta regresiva irá en paralelo con el endurecimiento de los discursos con cuestionamientos personales y con la intención de terminar de convencer a una mayoría de los votantes de que un ajuste es inevitable. Nadie hablará de la magnitud del ajuste. El truco es sencillo. El ajustado es el otro.

La discusión en el seno de la mesa nacional de Juntos por el Cambio ya se enfoca en la siguiente etapa. ¿Cuál será el caballito de batalla? El discurso sobre la corrupción no parece estar al tope de las preocupaciones de los argentinos. Inflación e inseguridad lideran las encuestas. Uno de los precandidatos a presidente que tiene Juntos por el Cambio le dijo a El editor: "Están equivocados. El discurso no tiene que ser sobre la seguridad. Nosotros tenemos que trabajar el concepto de derrotar a la inflación. Lo voy a volver a plantear en la mesa, porque Rosario (mediáticamente) se acaba en diez días". El experimentado dirigente habla en off, no es ingenuo. Sabe que Macri no puede ser la cara de un espacio que tenga como principal promesa de cara a la sociedad derrotar la inflación.

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