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La vacuna argentina contra la COVID-19, una realidad

Cecilia Grierson fue la primera mujer que se graduó de médica en la Argentina. Su nombre marcará otro hito en la ciencia y la tecnología nacional: ARVAC Cecilia Grierson será la primera vacuna pensada, desarrollada y probada íntegramente en el país. Además servirá para ahorrar divisas y podría exportarse a la región

Por: Diana Costanzo
29 de abril de 2023

Este desarrollo argentino, en el que unieron sus esfuerzos la Universidad Nacional de San Martín, equipos del CONICET y el Laboratorio Pablo Cassará, ingresó en su tramo final. El diseño de una vacuna argentina contra la COVID-19 nació al comienzo de la pandemia, cuando eran muchas más las dudas que las certezas acerca del virus SARS-Cov-2. Con una mirada federal, se inició la fase tres de las pruebas clínicas. Para completar esta etapa, se necesita la participación de voluntarios y voluntarias. Los datos científicos que se obtengan serán presentados para su análisis y aprobación ante la Administración Nacional de Medicamentos Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT).


En 2020, en el momento más oscuro de la pandemia, un grupo de científicos y científicas liderado en la UNSAM por Juliana Cassataro decidió participar de una convocatoria con fondos públicos encabezada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. "Teníamos experiencia, pero no en COVID", cuenta a El Editor la investigadora principal del CONICET. "Nos propusimos buscar prototipos, plataformas para las cuales hubiera posibilidades de producción en el país. Hacia fines de año tuvimos los primeros resultados, en ese momento se sumó el laboratorio privado Cassará. Con la incorporación de investigadores clínicos, de la capacidad industrial, y la aplicación de regulaciones se convirtió en un proyecto público-privado con la participación de casi 400 personas", detalla la doctora en Inmunología.


"Es una vacuna que se llama de subunidad proteica, que es recombinante. Son plataformas muy conocidas en cuanto a su seguridad y su uso como la de hepatitis B y la que previene el HPV que se aplica en adolescentes. En el caso del SARS-CoV-2 2 se puede desarrollar en cuatro meses una vacuna con la variante que esté circulando", explica la investigadora. Si las pruebas clínicas resultan satisfactorias y es aprobada, ARVAC servirá para ahorrar divisas por la importación desde otros países. La expectativa desde el Estado nacional es que también pueda ser exportada a la región. La investigación continuará avanzando y será la base para el desarrollo de otros productos.




Poner el cuerpo

Ahora el desafío es reunir personas voluntarias con los requisitos necesarios y ganas de participar en esta última fase. Cassataro anima a la población a inscribirse: "Quienes participen de las pruebas clínicas van a ser parte de la historia". Deben ser mayores de 18 años, con hasta tres dosis aplicadas contra la COVID-19 (esquema completo y un refuerzo). La inscripción se realiza en la página web arvac.com.ar. Hay centros en Córdoba, Salta, Mar del Plata, La Plata, Capital Federal, y se sumará Mendoza. Si bien se incluirán finalmente alrededor de dos mil personas, es necesario que se inscriban entre 5 mil y 7 mil, ya que luego del registro inicial se evalúan las condiciones para participar de las pruebas. Hasta el cierre de esta nota había 2800 inscriptos, pero solo 30 % cumplía con los requisitos.


"La fase 3 es el momento donde se prueba la eficacia, se verifica si lo que se intenta realizar funciona. Como estas vacunas son de refuerzo, no se prueban por primera vez, si la cantidad de anticuerpos alcanza niveles que son los mismos que otras vacunas y que han probado funcionar bien como refuerzo, va a poder ser presentada ante la agencia regulatoria para ser aprobada. La vacuna que se evalúa es bivalente, Gamma-Ómicron", cuenta a este medio el médico Gonzalo Pérez Marc, a cargo de la etapa final de las pruebas. Los resultados de las primeras fases demostraron que ARVAC es segura, y los valores preliminares de respuesta inmunológica resultan prometedores.


"Muy pocos países pueden hacer sus propias vacunas y de buena calidad, y además tener una vacuna probada dentro de su propia población, sabiendo cómo realmente funciona y qué efectos tiene", agrega Pérez Marc, quien también estuvo a cargo del ensayo en la Argentina de la vacuna de Pfizer. Y se entusiasma: "En esta época donde hay tantas divisiones y dificultades para llevar a cabo proyectos en conjunto, sería bueno poder mostrar que cuando todas las voluntades trabajan en conjunto en un objetivo que es favorable para la gente, las cosas funcionan bien. Si se concreta el enrolamiento de voluntarios en los próximos dos meses y la ANMAT aprueba los resultados, se podría vacunar con ARVAC en la segunda mitad de este año".


En primera persona

Gaspar Grieco y Camila Flynn tienen varias coincidencias: son comunicadores, trabajan en la UNSAM y fueron testigos del nacimiento de este proyecto. Luego de informar sobre la pandemia desde esa universidad pública, decidieron asumir un compromiso que consideran ético y pusieron el hombro para probar la vacuna nacional.


"Es un orgullo para mi formar parte de este hito, un ensayo clínico en la Argentina, y sobre todo de una universidad pública del conurbano, que pudo generar una interfaz con el sector privado y el Conicet y acercar una solución a un problema tan angustiante como una pandemia. Trabajo en la Universidad de San Martín y veo como ha crecido. Participar del estudio es una necesidad ética. Estuve toda la pandemia haciendo notas sobre la importancia de la vacunación, no puedo menos que ser parte del estudio clínico para demostrar que una vacuna argentina es eficaz y segura", afirma Gaspar a El Editor.


"Me trataron como un rey", dice sobre su experiencia en el centro de salud de Palermo, donde participa del ensayo. "Fui con alegría, sin miedo, porque sé que las vacunas que llegan a esta instancia están muy probadas. Lo único que llevé fue la aplicación Mi Argentina y mi documento de identidad. Tuve que firmar un protocolo, en el que se indica que en cualquier momento puedo dejar de ser parte del ensayo, me hicieron análisis y me realizaron la aplicación. En total tengo que ir cinco veces", cuenta el joven voluntario. "Es el cierre de un ciclo que se inició con la pandemia, con la angustia de tener que esperar soluciones que llegaban de otros países. Hoy estamos en la fase final de una vacuna argentina", finaliza.


Camila también tampoco tuvo dudas en participar de las pruebas: "Estamos viviendo tiempos complicados y, ahora más que nunca, tenemos que acompañar los esfuerzos de la ciencia argentina, sus avances y desarrollos, sobre todo si los lidera una mujer. Por otro lado, conozco a Cassataro, vi cómo trabajó estos últimos tres años junto con su equipo sin parar, incluso teniendo hijas chicas, y la verdad que es un orgullo. La capacidad de trabajo y humildad de las investigadoras e investigadores de la UNSAM es impresionante. Confío plenamente en la integridad de esta gente". Y agrega: "A quienes estén en condiciones de hacerlo, les diría que participen sin miedo. Porque sacar adelante proyectos de envergadura como este, de manera colaborativa y desinteresada, es clave para fortalecernos como sociedad".



Juliana Cassataro. Foto:Telam


Con nombre de mujer

En las ciencias biológicas y médicas, hay mayoría de mujeres, aunque pocas veces tienen roles de liderazgo. No es el caso del grupo que dirige Juliana Cassataro en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas. Sus colaboradoras más estrechas también son investigadoras: Karina Pasquevich y Lorena Coria. Tal vez por eso la vacuna tiene nombre de mujer.


"Cecilia Grierson fue una pionera, hizo muchas cosas por primera vez, tuvo capacidad de enfrentarse a situaciones difíciles, su historia nos representa", afirma Cassataro a este medio. "También elegimos su nombre en homenaje a los médicos y las médicas, enfermeros y enfermeras que pusieron el cuerpo en la pandemia" agrega. Es que Grierson también fue precursora en la profesionalización de la enfermería.


Juliana resume así su trabajo y su sueño: "Estoy contenta con lo aprendido y todo lo hecho, pero seré completamente feliz cuando esta vacuna se apruebe, se fabrique y esté disponible para la población". Será un hito para la soberanía científica, tecnológica y la salud pública de la Argentina

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