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Massa, el sobreviviente

Tras cuatro meses de gestión, el ministro de Economía mantiene su músculo político. Massa, apalancado en la estabilización económica, o por lo menos en lograr calmar ciertas aguas financieras y obtener la aprobación de algunos círculos del poder, logra sobrevivir. Otros como Juan Manzur, Agustín Rossi y hasta Aníbal Fernández parecen opacados. Sin embargo, él sobrevive a ese poderoso enemigo invisible que es la gestión en la primera línea de fuego. Massa ya no es lo que dice, es lo que hace.

Por: Agustín Alvarez Rey
4 de diciembre de 2022

La gestión no pudo con Massa. El tigrense -por lo menos por ahora- sale airoso. Esa máquina bien aceitada de consumir capital político que significa la gestión y que en el gobierno de Alberto Fernández devoró a muchos y muchas, no le torció el brazo. El expresidente de la Cámara de Diputados asumió como ministro de Economía en medio de la peor crisis política que soportó el gobierno. Fue el 3 de agosto. A partir de ese día, la administración y la coalición de gobierno ganó en orden. Massa ordena la economía, CFK la política. Así fue. Así será. Por ahora.

Gobernar la Argentina, es gobernar la economía. Gobernar la economía en Argentina es gobernar el dólar. Se aprendió a sangre, corralito e hiperinflaciones. No hay gobierno fuerte con dólar volátil. Massa, lo sabe. CFK lo hizo. Alberto Fernández lo entiende. La estabilidad conseguida por Massa, a fuerza de acuerdos y concesiones ordenó la política. No hay invento en la argentina pos 2001.

¿Cuántos gobiernos entran dentro del gobierno de Alberto Fernández? ¿Cuántas gestiones entran en una gestión? ¿Cuántas versiones del mismo Frente tolera un electorado? La versión actual del oficialismo funciona. Por lo menos en los grandes trazos. Las tensiones siguen, pero el objetivo electoral apremia. El silencio reina mientras Massa atiende la economía y CFK la política. Alberto Fernández por ahora espera. Tiene la mirada puesta en el martes, en el fallo de la causa Vialidad que tiene como imputada a CFK. El fallo de la justicia tendrá efectos sobre la política. De eso no hay duda. La dimensión de los efectos dependerá del tenor del fallo. El enemigo también ordena.

En el comienzo del año electoral Massa tiene el desafío de estabilizar la economía y conformar a todos los sectores. Una misión casi imposible en una sociedad cada vez más desigual y cada vez más partida. No hay nosotros en la sociedad de la grieta. No hay nosotros si se fija la vista en el plan económico. La mirada es evidente, pero vale la pena describirla. ¿Los aciertos o fallos que puede tener Sergio Massa en materia económica afectan igual al gerente regional de una multinacional que a un campesino chaqueño? ¿Las obras de infraestructura en las escuelas públicas de la Ciudad afectan de igual manera los nietos de Patricia Bullrich que a los hijos de un trabajador de la economía popular? La respuesta es obvia. Las políticas son generales, pero sus efectos y consecuencias disimiles. Y por ese tamiz pasa todo. En un país en situación de catástrofe no hay "nosotros". Por lo menos no hay un "nosotros" que abarque a los dos extremos de una configuración social cada vez más desigual. En definitiva, la manta es cada vez más corta, y el invierno, cada vez más crudo, para todos. La pregunta sigue siendo la misma: ¿A quién hay que cobijar?

Mientras se juega el mundial se cierran paritarias, se trata de hacer cumplir el acuerdo de Precios Justos y se intenta contener al dólar. Massa gestiona y controla su instinto que fluye hacia la sobreexposición. Su equipo de comunicación lo contiene. La decisión de bajar el perfil del dirigente casi en oposición al alto grado de responsabilidad de su gestión es mérito de su entorno. Massa ya no es lo que dice, es lo que hace. El futuro político de tigrense, más allá de si será candidato a o no en las próximas elecciones, está abrazado a un viejo dogma del peronismo: mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar.

Si bien es verdad que el calendario marca que las PASO nacionales se llevarán a cabo en agosto del 2023, no es menos cierto que el calendario electoral arranca mucho antes. Para ser más precisos, en abril. Ni bien termine el verano Argentina entrará en modo electoral. Massa sueña/cree/espera poder mostrar para ese momento algunos resultados que le den vida a las chances electorales del Frente de Todos. Estabilidad cambiaria, inflación a la baja y salarios en alza. Un formula sencilla, pero de implementación compleja.

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