Nacionales
Único sobreviviente de la llamada Masacre de Flores, Matías Bagnato acompaña desde hace tres años a la familia de Fernando Báez Sosa. "Fernando era su vida y eso hace que todo sea mucho peor", dice, en esta charla con El Editor.
3 de enero de 2023
Por una venganza, el 17 de febrero de 1994, Matías Bagnato perdió en una sola noche a su padre, a su madre y a sus dos hermanos. Casi toda su familia. Su abuela estaba de viaje y por eso se salvó del incendio intencional provocado por Fructuoso Alvarez González, el ex socio de su padre. Matías sí estuvo la noche del incendio pero se salvó de milagro escapando por una ventana.
Desde entonces es activista por los derechos de las víctimas. Por eso, en 2020, cuando una patota de rugbiers atacó y terminó asesinado a Fernando Báez Sosa, no dudó: se acercó a Graciela y a Silvino porque los vio exactamente en el mismo lugar en donde él mismo había estado alguna vez. Perdidos en una selva de papeles y de trámites, sabiendo que su hijo -que había ido de vacaciones a Villa Gesell- ya no volvería y teniendo, como lo contó Silvino Báez ayer, en la primera jornada del juicio, que reconocer los restos de su hijo sobre una camilla de metal. Ese testimonio hizo llorar, incluso, al personal policial que vigilaba a los acusados.
Fernando Báez Sosa y su novia Julieta, Estaban por festejar los diez meses de novios.
"Desde que pude tomar contacto con Graciela y con Silvino traté siempre de acompañarlos. Eso fue desde los primeros días después del crimen. Porque, como siempre decimos los familiares de víctimas, "nosotros hablamos un mismo idioma". Desgraciadamente, uno no supone lo que están viviendo sino que lo vivió en carne propia. Entonces, de lo que se trata es de que esos golpes que uno tuvo que pasar sean un poco menos fuertes para ellos. Sobre todo a lo largo del proceso judicial", dice.
El Editor: ¿Cómo se logra eso?
Matías Bagnato: Uno trata de ir preparando a la familia para eso que tuvieron que comenzar a enfrentar el primer día del juicio: las audiencias, el proceso. De todo eso, y de qué siente uno cuando el juicio termina, es lo que estuvimos hablando con ellos en estos últimos tres años. En el caso de ellos, ustedes lo vieron: Fernando era su vida, era su único hijo y eso hace todo aún peor.
E.E: ¿Estuvo en el primer día del juicio?
M.B: No, por razones laborales no pude estar en forma presencial. Pero sí por supuesto estuve en permanente contacto con Graciela y con Silvino en los días previos y en el primer día del juicio. Espero poder estar presente en algunas otras jornadas y, desde luego, en el día de la sentencia.
Ocho contra uno. Los rugbiers que atacaron a Fernando Báez Sosa a la salida del boliche Le Brinque, en Villa Gesell.
El Editor: ¿Qué implica para un sobreviviente estar frente a los asesinos por primera vez?
M.B: Eso es imposible de imaginar. Para hacer una comparación, es como cuando uno imagina un robo y piensa: "Si me pasa, voy a soltar la cartera y decirles que se lleven todo". Uno planea, imagina que va a hacer tal o cual cosa. Pero, cuando te pasa, nunca sabes cómo vas a reaccionar. Eso lo tenés que vivir.
E.E: ¿Cómo vio a la familia de Fernando en el primer día del juicio?
M.B: Graciela, cuando terminó de declarar, miró a los acusados y hasta les preguntó por qué habían hecho lo que hicieron. Pero bueno, dentro de todo lo pudo llevar adelante. Silvino, en esta instancia, es quien contiene a Graciela. Parece más armado, pero imagínate pobre hombre cómo es que está.
Los acusados ayer, en el primer día del juicio. "No vi arrepentimiento", dijo Graciela, la mamá de Fernando, quien los enfrentó por primera vez.
El Editor: ¿Qué se espera de este juicio?
M. B: A mí lo que me preocupa especialmente es el después del juicio. Porque -y lo sé por experiencia propia- ahí, recién ahí, empieza el verdadero duelo. Después del juicio definitivamente ya no hay nada más para hacer. Es ahí cuando llega el golpe más fuerte, y es cuando va a haber que estar más que nunca al lado de ellos.
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.
Fue guerrillero, vivió en la clandestinidad y llegó a ser presidente: la vida austera y política de Pepe Mujica lo convirtió en un referente mundial.