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Monotributo social: luchar para no perderlo todo

Son la categoría más baja dentro de la economía formal y corren riesgo de quedar excluidos del sistema. Las duras historias de quienes viven en la incertidumbre

Por: Migue Fernández
11 de mayo de 2024

"Con los nervios de punta". Así vivió un importante sector de la sociedad la media sanción que recibió proyecto de ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos. Son los inscriptos en el Monotributo Social, los más pobres del régimen de pequeños contribuyentes. La categoría iba a ser eliminada, lo que agravaría al extremo el nivel de vulnerabilidad, pero a último minuto se logró una prórroga de 90 días. Miles de familias a una firma de caer del sistema.

Los monotributistas sociales son aquellos que, en su gran mayoría, tienen ingresos por debajo de la línea de indigencia, desarrollan una única actividad y, además, pasan por una evaluación socioeconómica y patrimonial que indica su extremo grado de vulnerabilidad social. El alta no es automática, sino que requiere de un análisis para calificar. En la actualidad son 620 mil personas que integran la categoría-

"Me siento con un dolor muy grande. Es sacarle todo a mi hija", asegura Mónica, masajista profesional de Carapachay, Vicente López. Es madre soltera de una hija discapacitada y trabaja solo en los momentos en que los cuidados de la joven se lo permiten. "Solo en 2021 estuvo internada más de 80 veces", ilustra a El Editor.

Estar inscripta en el Monotributo Social no solo le permite cierto nivel de formalidad, sino que, además, le garantiza las terapias y medicación semanal de su hija, la maestra integradora, además de la Asignación Universal por Hijo y la Tarjeta Alimentar. Pide perdón por sensibilizarse al contar su situación, que reconoce es desesperante. "Es la vida de mi hija que está en juego. Perder el Monotributo Social es perderlo todo", sostiene.

Gastón Páez tiene 47 años, trabaja en gráfica de manera independiente en la Ciudad de Buenos Aires. Es separado, con un niño de 6 años con un diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista. Está inscripto al régimen desde el 2016. Cuando empezó su pequeño emprendimiento, le facilitaba estar registrado y hacer aportes, tener atención médica y una futura jubilación. Con el nacimiento de su hijo, sus prestaciones se volvieron indispensables.

"Son servicios esenciales sin los cuales mi hijo no tendría oportunidad de mejorar. Sería imposible pagar las más de seis terapias, el colegio especial, el transporte especial, los 180 pañales mensuales", explica Gastón, y agrega que la categoría brinda otros beneficios, como subsidio en tarifas de gas, electricidad y tarifa social de transporte.

"La desaparición de esta categoría me empuja directamente a la informalidad comercial, como consecuencia más leve", describe. Sin los recursos para afrontar el pago de categorías más altas, pierde la posibilidad de vender con factura y, por ende, pierde clientes. Lo más preocupante, sin embargo, es la privación de atención médica y las prestaciones.

Al igual que otros, el cuidado de su hijo lo obliga a dedicarle cada minuto disponible, con lo que el trabajo se limita a determinadas horas y los ingresos son escasos. "Somos la categoría tributaria más baja y esta medida injusta nos convierte en los más perjudicados. Es desesperante saber que mi hijo no puede acceder a todo lo necesario para afrontar su discapacidad", se lamenta.

Un cambio de último minuto

En la discusión del proyecto de Medidas Fiscales, solo una instancia de la sesión logró un cuarto intermedio. Si avanzaba la eliminación del Monotributo Social, la categoría más vulnerable pasaría a sufrir un aumento de 700 %: de los 3200 pesos que paga en la actualidad, por facturar menos de 175 mil pesos mensuales, pasaría a 26.600.

La resistencia de algunos diputados no oficialistas consiguió a última hora una redacción alternativa del artículo y se postergó su eliminación por 90 días. En el marco de los próximos tres meses, entonces, habrá que diseñar una figura alternativa que contemple a los caídos del sistema.

"Tuvimos que ir a tocarle la fibra más humana a cada diputado para que entendiera que, si se votaba este proyecto de ley sin esta modificación, iba a ser catastrófico", explica a El Editor la contadora Noelia Villafañe, presidenta de Monotributistas Asociados República Argentina. "Iba a empujar a la clandestinidad a millones de familias con consecuencias que nadie como sociedad querría que estas personas sufrieran", agrega.

Cortar el hilo por lo mas delgado

La especialista asegura que la decisión del oficialismo en torno a este régimen tiene que ver con cierto extremismo y desconocimiento, que lleva a asociarlo con algún tipo de plan social. El avance sobre la categoría implica un golpe directo contra el sector más vulnerable del mundo laboral formal.

Entre ellos también se encuentra Andrea Gómez (43), madre soltera de tres, con un hijo de 6 años con diversidad funcional. Es de San Justo, La Matanza, y se dedica a vender comida en su domicilio. Como tantos otros casos, acomoda su trabajo alrededor de los tratamientos a su pequeño. "Mi hijo gracias al Monotributo Social tiene mejor calidad de vida y yo pagar las terapias sin este beneficio no puedo. Sería terrible que lo sacaran", comenta a El Editor entre lágrimas.

Melisa Vera (35) vende ropa de manera particular, en Moreno. Describe su situación familiar como "complicada". Tiene dos niños con discapacidad y el día a día se hace muy difícil. "Si lo pierdo, va a ser imposible costear los gastos de una obra social particular o prepaga para mis hijos", explica a este medio.

"Esto se podría haber solucionado con una auditoría y ahí se hubieran dado cuenta que hay gente con alto grado de vulnerabilidad, que usa esa herramienta para estar formalizada", cuestiona Noelia Villafañe. "Creo que más que por malicia o desprecio, es por el desconocimiento de esta figura. No se pusieron los zapatos de esta clase de monotributistas", concluye.

El texto sancionado incluyó la prórroga, pero aún resta por encontrar una nueva categoría que encuadre a estas familias tan golpeadas. "El día 91 no sé qué va a pasar, no sé qué beneficios van a quedar y qué no", dice una Mónica visiblemente conmovida. "Es vivir en la incertidumbre total", concluye.

Como ella, hay miles. Personas reales, con problemas concretos y necesidades urgentes. Que piden visibilidad y que se les brinde una solución, para no ser abandonados en la informalidad. No son números en una planilla.

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