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Paula Rodríguez: "La ficción es la oportunidad de no reforzar estereotipos"

El género policial está en auge en la Argentina y con una particularidad: las escritoras pican en punta. Esta ola negra con pluma de mujer conforma un fenómeno editorial que ya atravesó fronteras. A la lista de consagradas se suma Paula Rodríguez, que en su debut literario con Causas urgentes fue reconocida en España como la revelación del noir argentino.

28 de diciembre de 2022

Paula Rodríguez tiene una larga trayectoria como periodista, editora y directora de medios. Trabajó en diarios y en distintas revistas de actualidad. Allí, durante más de veinticinco años, ha explorado diferentes registros. Es coautora, junto a Ingrid Beck, de la Guía inútil para madres primerizas y también publicó el libro de testimonios Ni Una Menos. En esta entrevista habla sobre el sorprendente camino recorrido de Causas urgentes (Alfaguara) su primer libro de ficción y el que resultó finalista del premio Memorial Silverio Cañada 2021 a la Mejor primera novela negra publicada en español en el Festival Gijón. Este libro fue publicado en noviembre de este en Gran Bretaña por la editorial Pushking Press.

Causas urgentes salió en febrero del 2020, justo antes del inicio de pandemia que paralizó al mundo, de modo que Paula dice que apenas pudo disfrutar de verla en las vidrieras de las librerías. Ni siquiera hubo una presentación formal, prevista el mismo día en el que comenzó la cuarentena en Argentina. Pero esa larga espera trajo su recompensa. "Para mí, es una segunda vida inesperada de la novela y un milagro todo lo que sucede con el libro. Que una escritora desconocida sea publicada en España por Alfaguara, ahora en Gran Bretaña y en 2023 se publique en Alemania me llena de satisfacción porque no esperaba ese recorrido", cuenta.

Un policial contemporáneo

Joseph Conrad decía que el crimen es una condición necesaria de la existencia social organizada. Con matices, Causas Urgentes retoma esa idea en un policial crudo en el que una tragedia ferroviaria es la excusa para que personajes que viven al límite de la legalidad intenten una huida hacia adelante que les permita reencauzar, como puedan, sus vidas. Como telón de fondo, un sistema devastado en donde la corrupción generalizada atraviesa todas las instituciones y pulveriza los lazos sociales y familiares. En la trama aparecen también la disputa por la verdad, la producción de sentido en los discursos mediáticos y los pliegues de una época en la que las interpretaciones son más importantes que los hechos.

El Editor: Causas urgentes empieza con un accidente ferroviario que deja 43 muertos. Es difícil no pensar en la tragedia de Once. Sin embargo, no es el eje de la novela. ¿Cómo surgió la trama?

Paula Rodríguez: Surgió como un ejercicio en el taller de Gabriela Cabezón Cámara. Me aferré a una estampita de San Expedito que es muy importante en el comienzo de la novela y después surgieron los personajes que acomodaron la trama. Supongo que, como vicio de periodista, me interesa mucho el realismo y quería que el punto de partida fuera ese paisaje social podrido que tenemos muy naturalizado en nuestras vidas cotidianas. Es muy latinoamericano, también. En estos países la muerte a gran escala siempre es una posibilidad. Ya sea por negligencia o por corrupción o por las dos cosas juntas. Pero ese es el punto de partida. El tema de la novela es la posverdad, pero como paradigma de lectura de los hechos. Hay personajes que saben qué sucedió, pero tuercen la realidad para armar la versión que les permite salvarse.

Argentina, España, Reino Unido y en breve, Alemania. El recorrido de la novela debut de Paula Rodríguez.

EE: En la trama está en primer plano qué significa ser una buena víctima desde el punto de vista de los medios. Pero, a la vez, los personajes no son seres pasivos que se dejan usar por el periodismo.
PR: Me interesaba mucho reflexionar sobre eso y tiene mucho que ver con una construcción que le atribuimos a "los medios", como si nosotros fuéramos ajenos a la mirada condenatoria sobre los requisitos que tienen que cumplir las víctimas para que podamos empatizar con ellas. Si alguien vive al margen de la ley y lo atraviesa una tragedia, se le quita el derecho a reconocerle su humanidad. Es el caso de uno de los protagonistas de la novela. Alcanza a observar lo que sucede con los femicidios, en donde se evalúa el impacto según el largo de la pollera de la víctima. En la novela, estos personajes ordinarios juegan intuitiva o deliberadamente el juego que propone la prensa para sacar provecho y la televisión cae en la trampa.

EE: Cuando presentaste el libro dijiste que escribir la novela fue una suerte de ajuste de cuentas con el periodismo.
PR: Es que fue así. Mi crisis con el periodismo es una crisis de sentido. Tiene que ver con la actualidad de la profesión y no me refiero solo a lo económico. Lo que noto es que el periodista trabaja para complacer el sesgo de su audiencia. Te va mejor si no te haces ninguna pregunta y si te las hacés, no encajás. Por otro lado, también hay cierto discurso maniqueo de que los medios son la fuente de todos los males. Lo he visto en las redes. Personas muy sagaces para denunciar una fake news y después se comen cada curva con otras fakes que creen ciertas por el solo hecho de que es acorde a su sesgo o a su ideología. Quiero decir, todos participamos de esa dinámica. Y eso que se hace tan evidente en las redes. Me resulta muy perturbador.

Paula Rodríguez fue editora y directora de medios. Con Causas urgentes, su primera novela, fue premiada en el Festival de Gijón.

EE: En ese ajuste de cuentas, le dedicas el libro y cito textual: "A la periodista que soñabas ser". Entre líneas se puede detectar cierta melancolía pero a la vez resulta como un homenaje al periodismo.
PR: Mirá lo que son los sesgos, porque mucha gente leyó la dedicatoria como: "¡Qué bueno lo que lograste!" Y yo estaba profundamente triste y muy angustiada con el periodismo cuando comencé a escribir la novela. Así que sí, lo viví como un duelo y, a la vez, el proceso de escritura fue una experiencia sanadora.

EE: Esta es tu primera novela, pero no es tu primer libro. ¿Cómo definirías tu propio registro, cruzados por la sátira, tu experiencia como editora y tu compromiso con el activismo feminista?
PR: Yo pienso que hay un registro para cada intención. Por supuesto que el registro que elegís siempre va a tener que ver con la ética y una posición ideológica determinada. En mi caso, soy feminista hace muchos años y eso se traduce en el periodismo que hago. El libro de Ni una menos lo hice en 2015 por iniciativa de Paula Pérez Alonso que quería dejar un testimonio en caliente de aquella explosión que significó la manifestación. Es un proceso que viví muy de cerca porque una de las principales impulsoras fue mi amiga y socia Ingrid Beck Y el libro me dio la posibilidad de un relato coral que contara la acción y las tensiones alrededor de las diferentes corrientes del feminismo. En Guía Inútil para madres primerizas, por ejemplo, utilizamos la sátira y la ironía para expresar nuestra incomodidad ante los mandatos y discursos progres sobre la maternidad.

EE: ¿Y cómo es en el caso de la ficción?
PR: La ficción es la oportunidad de no reforzar estereotipos. Las mujeres de la novela son mujeres que se ven arrastradas a tomar decisiones. Me interesaba eso: mujeres que tratan de gobernar sus vidas como pueden, pero que están en extrema debilidad. Quiero decir: no me interesa hacer mujeres fuertes o que mi ficción sea un manifiesto que funcione como catálogo de los mandatos feministas. Sí creo que el personaje de Evelyn, una adolescente que se siente sola en un mundo de adultos que no la registran, hace su propio viaje iniciático.

EE: ¿Por qué el género policial?
PR: No pensé: "Voy a escribir un policial". Se fue dando, es un género que me gusta mucho, que leí mucho y encontré una herramienta para pulir mi escritura y en el que mejor puedo expresar mis inquietudes. La novela negra me dio la oportunidad, paradójicamente, de una mirada más realista de las cosas.

E.E: ¿Quiénes son tus referentes?
PR: Mi principal referente es Gabriela Cabezón Cámara. Empecé su taller y con los años nos hicimos muy amigas. Aprendí con ella el valor de trabajar la escritura, tuve que confiar mucho en eso que ella decía de buscar una escritura para provocar algo en el otro y a la vez encontrar mi propia voz. También Claudia Piñeiro por la forma en que ella juega el rol público como intelectual, los textos que escribe para posicionarse en el debate público. Admiro también la escritura de Selva Almada y Mariana Enríquez.

EE: Tu debut literario coincide en un momento en el que muchas escritoras argentinas están siendo traducidas y tienen un gran reconocimiento. Pero se dice que las editoriales publican mujeres "porque está de moda".
PR: Nunca van a faltar chabones que digan que no pueden publicar sus obras porque ahora las editoriales solo publican mujeres. Pero no es verdad. Alcanza con ver los catálogos. En realidad, lo que molesta es que hay es un nuevo interlocutor Y en ese sentido donde antes había un ninguneo total, ahora hay un interés genuino. Se ve en el reconocimiento y los premios. Y eso a las que venimos detrás nos favorece. Dicho esto, creo que, por suerte, es una crítica minoritaria.

EE: ¿Cómo te llevas con mundo literario?
PR: Todavía estoy como la que recién llega a la fiesta y está feliz y baila y no se da cuenta todo el puterío que hay, porque, además, ya tiene suficiente con su casa anterior. En este ambiente conocí gente enormemente generosa como Claudia Piñeiro. También Leo Oyola y Kike Ferrari y tantísimos más. Me parece que uno va formando su propia comunidad y cree que está en la camarilla del bien.





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