Si hay una imagen capaz de resumir el concepto de "campaña política", probablemente sea la de esas grandes letras prolijamente pintadas en paredones, que reflejan un nombre y, a lo sumo, alguna frase adicional. Son publicidades hechas a mano que aparecen algunos meses antes de una elección y suelen ser pintadas en horarios en que el gran público no está para ver.
Detrás de las letras está la historia de quien las hace, la historia de una familia y de un oficio que, pese a los cambios tecnológicos, las nuevas plataformas de comunicación, los focus groups y la big data, se mantiene casi igual desde hace décadas. "Mi nombre es Juan Domingo Ayala, nací en la ciudad de Quilmes, soy padre de cuatro hijos, peronista, murguero, rocanrolero, y apasionado por lo que hago", cuenta a El Editor el protagonista de esta historia.
"Mi oficio es letrista de campaña política, lo meto dentro de ese rubro porque no fui a aprender a hacer letras en ningún lado. El letrista profesional tiene su método, mayormente miden la letra, tiran el hilo, una técnica que lleva muchísimo más tiempo, dice y agrega: "El mío es diferente".
Toda historia tiene una prehistoria, la de Juan Domingo sigue asi:
"Mi viejo empezó con este trabajo hace muchísimos años. Yo lo empecé como un juego, en los años 90, viajando en los colectivos, era insistente diciendo que quería pintar. Me gustaba estar entre tachos, pinceles, en el medio de la banda", recuerda Ayala. "Después empecé a blanquear paredes, después a llenar las letras; en otro momento empecé a hacer sombras, hasta que pedí permiso y me pude hacer mi primer abecedario en la pared".
Juan Domingo Ayala, letrista de campañas políticas. Foto: Silvana Colombo.
De aquel abecedario a esta vida, a este oficio, a esta pasión, pasó tiempo y pasaron muchas cosas. "Tengo 35, empecé a los 10 u 11 años, pero hubo un tiempo en que me perdí, unos 10 años de mi vida en que me choqué con la droga y quedé estancado en un pozo sin salida, hasta que volví con todo en el 2013 más o menos. Ahí empecé a meterle con todo, a full, de lleno".
La cuestión técnica y la humana se trenzan en un oficio donde se mezclan la eficiencia, las pasiones y el territorio. "Empiezo hablando con el candidato para saber qué es lo que necesita hacer, después me pongo a investigar el terreno, las calles, el horario en que se puede hacer y hablo con los compañeros del lugar", cuenta Juan.
Después viene el proceso de cómo encarar la pared. "Una vez resuelto, empiezan los blanqueadores, después vengo yo que marco el trazo de la letra, y continúo haciendo sombra, y después vienen los que rellenan la letra. Al final se termina con la firma de la banda que en nuestro caso es 'Los Fabulosos', para seguir hasta la próxima pared".
Nano, Chino y Juan, el equipo Los Fabulosos. Foto: Silvana Colombo
Una gran cantidad de leyendas recorren la historia, como las que refieren al modo de conseguir o defender las paredes que se pintan, que ha cambiado en las últimas décadas. "Gracias a Dios se cambió la política de los años 90 que era una guerra total. Se armaban bandas, no era solo una guerra de pintadas. Se han agarrado a tiros, se han correteado", recuerda. "Por suerte ahora eso cambió, los que trabajamos nos conocemos, y si no nos conocemos ya nos vamos a conocer", resalta el letrista y agrega: "Dentro del peronismo las bandas nos conocemos y nos vamos manejando".
¿Hasta dónde es un trabajo que se ofrece a quién lo paga, y desde dónde juega la propia idea política al momento de pintar las paredes? "Si veo una pared de Macri voy y la tapo. El amarillo se tapa, no se habla nada más, es por una cuestión ideológica".
Esta cuestión es impermeable incluso a tentaciones monetarias. "He rechazado trabajos por cuestiones ideológicas. Imaginate pintar para Macri y terminar firmando con 'Juan Domingo', no tiene sentido ni lógica".
Ayala afirma que ha recibido propuestas por parte del macrismo pero nunca las aceptó. Desde tener la posibilidad de "hablar personalmente con Larreta", y hasta lo llamaron para ofrecerle trabajar para Jorge Macri pero "volví a decir que no". "Me gusta manejarme dentro del peronismo, bastante quilombo tenemos adentro como para andar metiéndome en otro lado", dice y aclara: "Aparte amo estar acá, pintar y firmar Juan Domingo".
Queda claro para quienes no se trabaja. El abanico de quienes lo contratan es grande. "No sólo trabajamos para candidatos, también pintamos para sindicatos, clubes. Además, nunca falta un vecino que te pide que le pongas un 'feliz cumpleaños' para la hija o para el hijo.
"Trato de coordinar con todos los compañeros que nos invitan a trabajar, para no quedar en falta con nadie". El trabajo de Juan Domingo se ha expandido, no solo pinta paredes en el conurbano, también ha estado en Córdoba, Entre Ríos, Corrientes, Tucumán, Santiago del Estero, Mendoza, San Juan, San Luis y Santa Cruz. "Faltan unas cuantas más, pero se que con el tiempo vamos a recorrer toda la Argentina y poder llevar este arte a lo más alto".
La herencia pesa. De padre a hijo.Su padre trabajaba y él jugaba con los pinceles. "Como mi papá me lo transmitió, hoy hay chicos que aprenden, que laburan conmigo y que tienen sus equipos propios. Mi idea es poder armar una escuela gratis para los chicos del conurbano para que vengan a aprender este oficio que es hermoso para mí".
El trabajo y el arte de Juan Domingo Ayala puede encontrarse en el Instagram: calyferrite donde publica sus pintadas a lo largo y a lo ancho del país.