Serrat: la despedida del catalán más argentino

Y se acabó, llegó el final. Joan Manuel Serrat se subió por última vez al escenario en Argentina. Fue en el Movistar Arena, el fin de semana pasado. Aquí, una pequeña crónica que nos dejó llorando, igual que aquellas pequeñas cosas.

1 de diciembre de 2022

"No me queda otra, me he metido yo solo en este lio". Así abrió su último recital en Argentina Joan Manuel Serrat: con una confesión y haciendo referencia a su decisión de que ésta fuera su última gira. La que terminará el 23 de diciembre en Barcelona. El nombre de la gira lo dice todo: El vicio de cantar 1965-2022. Su última vuelta al mundo.

Nunca dijo la palabra "despedida", pero la rodeó. Sin melancolía. Sin pesares. Pero aludió a ella cuando dijo "como corresponde, vengo a hacerlo personalmente con ustedes que tanto amor me han dado. Pero vengo a despedirme con alegría. Damas y caballeros, amantes de cualquier otra opción, alejen cualquier atisbo de nostalgia y melancolía, y piensen que a de ahora en adelante todo lo que nos queda es futuro". Cada vez que pudo, intentó que ése fuera un concierto como cualquier otro, aunque tanto el público como él sabían que no era así.

Durante dos horas y media cantó ese "manojo" de canciones que seleccionó para despedirse. "A mi se me fue cayendo el pelo, se me jodieron las rodillas, los personajes no envejecen", dijo entre las tantas risas que buscó generar en una noche invadida por la emoción.

Y al cerrar esta etapa de su vida contó la historia de abuelo Manuel, a quien el franquismo asesinó y cuyos restos aún busca. A su padre que le regaló la primera guitarra. "Mi madre se dedicaba a los que llamaban labores, es decir a trabajar todo el día. Cocinar, bordar, limpiar, planchar, criar a los hijos, cuidar al marido y en su ratos libres escuchaba la radio y hacia pijamas para vender", dijo antes de entonar el tema que escribió para ella, mitad canción de cuna, mitad homenaje; mitad en catalán, mitad en español.

Nano y su público, un solo corazón

En esa complicidad con el público buscó intercalar la emoción inevitable con las risas, y hasta cierto humor negro. Hubo espacio para todo. "Me da la sensación de que quieren cantar, de que están cantarines. He escogido para el momento cantarín una que a mi entender mayoritariamente deben conocer. Si no, a mi entender, mayoritariamente no estarían aquí", dijo, y dio paso a las indicaciones de cómo hacerlo en un juego compartido. Sonaron entonces los primeros acordes de Aquellas pequeñas cosas. "También yo quiero escucharlos cantar", y su voz se volvió a quebrar, para enseguida recuperarse y convertir ese instante en uno de los más lindos de toda la noche.

Lucia, De vez en cuando la vida, Penélope, Para libertad y Cantares, fueron parte del repertorio que eligió. Para nadie que haya estado ahí esa noche era fácil saber que ésa, precisamente ésa, era la última vez que las iba a escuchar en vivo y con Nano sobre el escenario. Pero sí, es mucha la historia compartida entre el Nano, como se lo llama en Argentina, y la gente. Su compromiso con los Derechos Humanos, apoyando con coherencia las causas que considera justas, acompañando a este país aún estando lejos. Pero también dando refugio con sus canciones a los momentos tristes y musicalizando los buenos. Es mucho tiempo y mucha historia recorrida para que fuera un recital como cualquier otro. Y no lo fue.

"Es un concierto muy especial. A lo largo de él fueron pasando muchas imágenes por mi cabeza de los cincuenta y tantos que tengo en una relación estable , sentida y elegida con esta tierra y con este pueblo", dijo, y tuvo que hacer una pausa para poder seguir. "Tener la satisfacción de hablar desde el corazón y recordar a todos los que se quedaron el camino estos años, desde esta tierra que es nuestra desde que ellos me enseñaron a conocerla, a discutirla, a quererla. Quiero darles las gracias a todos los que me han permitido llegar hasta aquí. Aunque que me vean así un poco entristecido, estoy feliz porque la vida tiene un recorrido y yo he podido tener un recorrido compartido con ustedes con alegría. A veces con tristezas, pero de las que acompañan siempre a la defensa de esta alegría, al derecho a ser libres y alegres. Muchas gracias. Y ya no hablo mas". Para ese entonces, el nudo en garganta de los que estaban allí ya se había convertido en llanto.
Teminó así, con Fiesta. Entre lágrimas, baile y canto resonó aquello de "se acabó, llegó el final". Ante un estadio ovacionándolo, aplaudiéndolo de pie, se fue sin volver a mirar atrás. No, tampoco él podía dejar de llorar.

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