Política
Se ponen en juego principios y valores como nunca antes en la segunda vuelta electoral. Una campaña caliente y decisiva. Javier Milei y Sergio Massa se enfrentan en el balotaje. Será voto a voto. La mirada de especialistas en la materia
Por: Federico Meiorin
18 de noviembre de 2023
Nunca antes la sociedad democrática argentina debió
enfrentar a un enemigo, que ahora sí explicita abiertamente las ideas de un
pasado que creíamos haber dejado atrás. Pero ese enemigo estuvo ahí. Siempre.
Agazapado, ansioso por la llegada de su oportunidad.
El candidato a presidente Javier Milei, de la Libertad Avanza, decidió ir a fondo con propuestas negacionistas y su plan de dolarización y, de paso, eliminar cualquier regulación en la economía en la que deba intervenir el Estado.
En la vereda de enfrente se encuentra Sergio Massa, actual
ministro de Economía y candidato por Unión por la Patria, que convoca a la
unidad nacional para su eventual presidencia, y llama a los sectores ligados a
la productividad y al desarrollo.
Las encuestas prometen una elección ajustada y reñida. Dicen que será una pelea voto a voto.
A 40 años del fin de la época más oscura de nuestro país,
la democracia vuelve a ser cuestionada y rediscutida.
Javier Milei no titubeó en negar los 30.000 desaparecidos
durante su campaña. Se permitió ningunear, insultar y violentar a adversarios e instituciones. Es posible que esto suceda porque la democracia argentina,
que todos y todas supimos conseguir y tal cual se presume, permite tolerar los agravios que recibe.
A su vez, Sergio Massa enfrenta el desafío de contener a
los sectores más castigados por una situación complicada en lo social y una
economía que golpea los bolsillos: un 40 % de pobreza y una inflación del 8.3
por ciento mensual. A pesar de todo, convoca a la sociedad con una propuesta
aspiracional en lo económico, de consensos en lo político y de espíritu
democrático en lo colectivo.
El golpe de Estado económico
Aquel pacto de la democracia que el expresidente Raúl
Alfonsín selló con su asunción aquel 10 de diciembre de 1983, fue la ilusión de
muchos argentinos y argentinas. Una joven democracia, tan ansiada y esperada,
que a lo largo de años gestó una cultura política
fuertemente antiautoritaria y antirepresiva.
Hasta el golpe de Estado de 1976, los sectores asalariados mantenían más del 40 % del producto bruto interno (PBI). La dictadura y las políticas económicas de José Alfredo Martínez de Hoz lograron cambiar aquella matriz distributiva anterior, y la participación de los trabajadores se redujo a menos de la mitad.
La asimetría en la distribución del ingreso no pudo alterarse con la llegada de la democracia. La inequidad entre los sectores más concentrados de la economía y los que menos tienen, sigue aún vigente.
Quizás esoexplique esa bronca electoral por parte de un sector de la población que aspira votar por un candidato excéntrico y extravagante; que promete incendiar la economía, hacer añicos muchas de las conquistas como los derechos adquiridos y resquebrajar el acuerdo democrático de un plumazo.
"Creo que a diferencia de elecciones anteriores, todas las emociones son negativas. Bronca o miedo. En 2003 hasta 2019 se votó con esperanza, por distintos motivos, pero con esperanza al fin. Ahora casi nadie tiene esa motivación", aseguró Eugenia Mitchelstein, licenciada en Ciencias Políticas de la UBA e investigadora de comportamientos electorales, nuevos medios y participación ciudadana.
Para Mitchelstein "Javier Milei
representa el hartazgo casi terminal de un grupo del electorado con el sistema
político argentino. Es un grupo importante, pero no mayoritario. Me parece más
un emergente de la frustración de 12 años sin crecimiento real del PBI per
cápita".
La cuestión democrática
Fue correcto el pronóstico de los tres tercios. La
sorpresiva elección de Javier Milei en las PASO, con un 30 % de los votos,
consiguió generar el caos suficiente en la sociedad. "Lo que quieren es
borrar la historia", afirmó esta semana Estela de Carlotto, titular de las
Abuelas de Plaza de Mayo.
Milei logró que se empoderaran los mensajes
negacionistas, de odio y de cancelación del otro y otra. Se fomentó en cada
intervención mediática por parte de su candidata a vicepresidenta, Victoria
Villarruel. Sus votos crecieron en las elecciones generales, porque si bien,
repitió el mismo porcentaje que en las primarias, aumentó esta vez la
participación electoral del padrón.
El Editor consultó a Marcelo Leiras, politólogo y catedrático de la Universidad de San Andrés, sobre cómo observa esta coyuntura, analiza el presente y reflexiona sobre la cultura democrática en Argentina.
"Hasta ahora, la mayoría democrática argentina enfrentó un enemigo silencioso y disminuido. En estos días, el 19 y después, cualquiera sea el resultado, tendremos que demostrar qué tan vital es nuestra cultura democrática. Yo soy optimista", señaló Leiras.
Pero, en el contexto de la labor que
desarrollan expertos e intelectuales en base a diversas investigaciones
científicas, y especialmente en el ámbito de las ciencias sociales, ¿desde
dónde y cómo se logra contrarrestar semejante ataque a nuestra democracia?
"No es una disputa que se vaya a resolver con argumentos científicos. Me parece que el aporte que se puede hacer desde quienes producimos conocimiento o tenemos experiencia biográfica es reelaborar nuestro credo democrático, y repetir la liturgia que sabemos por experiencia propia que nos sacó de la noche más oscura", agrego Leiras.
El debate político actual se dirime en una contienda sobre qué rol debe ocupar el espacio público. Hubo una campaña despiadada contra el rol del Estado y de la democracia.
Por demás, resulta inquietante esperar a conocer cuál
será el destino del país en los próximos 4 años. Quién y cómo se presidirá la
Nación, y la decisión de un pueblo entre dos candidatos que disputan propuestas
antagónicas. No solo son dos modelos en pugna, sino también habrá certeza sobre la vitalidad de la cultura democrática de nuestro
país.
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