Sociedad
Se cumplieron 100 años de la pelea que disputó Luis Angel Firpo por el título mundial en Polo Grounds de Nueva York. Si bien o lo consiguió no hubo derrotas, el reconocimiento fue tal que ese deporte dejó de ser una práctica clandestina en el país. La mirada de los especialistas
Por: Gustavo Grazioli
23 de septiembre de 2023
El 14 de
septiembre de 1923, Jack Dempsey y Luis Ángel Firpo, subieron al ring del
extinto Polo Grounds de Nueva York y pelearon por el título mundial de peso
pesado, en lo que se consideró "la pelea del siglo". De un lado, un argentino
nacido en Junín en 1894, hijo de inmigrantes, peón y laburante en tareas
pesadas, quien a sus 23 años comenzó a pelear de manera ilegal en el país. Del
otro, el ídolo estadounidense, campeón del mundo, que tuvo una infancia dura,
trabajó en las minas, talleres del ferrocarril y en los inicios utilizó sus puños
para hacer algún dinero extra en combates por apuestas.
Dempsey vs Firpo. "El matador de Manassa" frente a "El toro salvaje de las pampas", como lo bautizó la prensa norteamericana al juninense. Aunque Diego Morilla -periodista especializado- en el libro 100 años de boxeo argentino en 12 combates legendarios (en el que también participan Ernesto Cherquis Bialo y Carlos Irusta), cuenta que como el púgil argentino era bueno para los negocios, la prensa de la época también le puso "caja registradora salvaje de las pampas" y que "se hizo fama de ser más temible y hábil en la mesa de negociaciones que en el mismísimo ring.
Firpo, a pesar de haber perdido esa pelea -de manera injusta, como cuenta la historia- ascendió a ídolo popular. Volvió con gloria a su país y lo proclamaron "campeón moral". La entrega, a tantos kilómetros de distancia, sin ninguna preparación demasiado diagramada, impulsó que le otorgaran la licencia N° 1 en Argentina y que, a partir de ahí, el boxeo pase a ser tener su kilómetro cero como deporte nacional. Ya no más márgenes y clandestinidad. "Aquella pelea creo que definió mi pasión por el boxeo", dijo Julio Cortázar, escritor que ha dedicado varias páginas a esta actividad de manos enguantadas.
"Pelea inolvidable
e inamovible como la pelea del siglo. De un lado, el atleta más importante del
planeta en ese momento, Jack Dempsey, y del otro, el argentino for export de
la década del '20, Luis Ángel Firpo, que con Carlos Gardel marcaban el ámbito
pasional de un país, y una escena única en la historia del boxeo. Eso no
caducó. Con el tiempo se potenció, se
ficcionó, se llenó de acertijos que van convirtiendo la realidad en una novela",
dice Osvaldo Principi a El Editor, cuando se lo consulta por esta pelea.
Todavía nadie se
explica cómo hizo Dempsey para desenredarse de las cuerdas, después de los
derechazos que le dio Firpo y provocaron que fuera a parar encima de las máquinas
de escribir de los periodistas que estaban cercanos al ring, atentos a todo lo
que sucedía para registrarlo en sus crónicas. Algunos dicen que fueron 14 segundos los que
estuvo fuera de combate, otros 17 y otros hasta 19. Lo cierto es que mito o no,
el reloj del referí Jack Gallagher, justo ese día descreyó del tiempo, y la
pelea continuó porque Dempsey fue ayudado a restablecerse. "¡Si serán
desgraciados algunos publicistas, todo les viene bien! Resulta que, a los dos
días de la pelea, ya estaban haciendo propaganda de la marca de la máquina de
escribir sobre la que había caído Dempsey: 'Indestructibles. Aguantan hasta el
peso del Gran Jack'", escribió Carlos Piñeiro Iñiguez en el libro Luis Ángel
Firpo, soy yo.
Por su parte,
Cherquis Bialo, reconocido periodista y portador de historias con los
protagonistas más destacados del boxeo argentino, se posa sobre el concepto de
épica que alguna vez tuvo el boxeo y sintetiza que eso fue "reemplazado por el
marketing". "Ya no hay héroes, hay multimillonarios que pelean", dice del otro
lado del teléfono y su oralidad griega, invita al fogón de sus experimentados
años en el mundo del pugilato. Se hace eco del cambio comunicacional que hubo y
comprende que el mito que se generó ese día en el ring es propio de una construcción
de los hechos que sin la imaginación y las palabras hubiese sido difícil de
lograr.
"Si nosotros hubiéramos tenido cámaras cenitales, el
vivo en alguna plataforma o hubiéramos estado los días previos con Firpo,
convivido con él y luego viajado en barco de Buenos Aires a Nueva York, cuando
lo tira a Dempsey del ring, solo hubiera sido el muchacho ese que tanto
conocemos, pero cuando Firpo lo tira a Dempsey, no tenemos la más puta idea de
cómo fue. Solo sabemos el hecho fehaciente: lo sacó del ring, estuvo 17
segundos para volver y que lo ayudaron los periodistas. Eso lo saben las 200
personas que escucharon por radio porque no lo vio nadie. Ahí se genera una
leyenda, luego pasamos al mito y ambas, son hijos de la épica", concluye.
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Cerca de una decena de legisladores podría abandonar la bancada amarilla y sumarse a LLA o armar un bloque apéndice del oficialismo.