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Una cooperativa cervecera como red de contención en el conurbano

La cerveza artesanal Brü es fabricada por un grupo de personas en situación de calle. Cada litro producido refleja que las barreras sociales se pueden trascender si hay oportunidades reales de cambio y superación. Cómo nació el proyecto, quiénes lo dirigen.

Por: Nicolás Rzonscinsky
10 de junio de 2023

Hay un punto donde se unen la cerveza, las personas en situación de calle, la iglesia católica y la idea filosófica de comunidad organizada. Es un punto concreto, terrenal, se encuentra en Avellaneda en el conurbano bonaerense.


Allí, desde finales de 2021, surgió una cervecería llamada Brü (se pronuncia "bro") que se propuso la tarea de generar un espacio de producción cooperativa que hoy emplea a 24 personas de diferentes edades, la mayoría se encuentran en extrema vulnerabilidad social, que cumplen diversos roles en la cadena de producción, logística, comercialización y administración.


La cerveza funciona, en este caso, como puerta de entrada a algo más grande: una red de contención y trabajo que, desde la periferia, se anima a soñar otro mundo posible.




Antonio, Antero y Rubén y el profesor Mauro Amuchástegui, durante la cocción de cerveza. Foto: Silvana Colombo.


Juan Manuel Rega, integrante del grupo de Curas en Opción por los Pobres y presidente de la Fundación Monseñor Di Pasquo, comparte con El Editor la historia detrás del proyecto. "Todo comenzó en abril del 2021. Me llamaron del obispado y me pidieron que me haga cargo de la Fundación Monseñor Di Pasquo. Me pareció un desafío enorme, pensaba en cuántas cosas podrían hacerse", pero como no conocía el proyecto el detalle no se involucró de lleno al comienzo. Además, "los muchachos que lo gestionaban, estaban hace muchos años, venían muy cansados y tenían una mirada peculiar sobre la pobreza, demasiado parecida a 'el pobre es pobre porque quiere'", relata Rega

"Asumí con el objetivo de transformar un parador y dos hogares de abuelas en una muestra de comunidad (cristiana) organizada. Lo primero que hicimos fue reunir a cada uno de ellos y decirle que yo era un cura y que, si ellos me lo permitían, quería ser su compañero, y así con cada uno del equipo". Rega también cuenta que al comienzo la situación fue desalentadora en todos los aspectos "estaba medio decaída la cosa, en todo sentido", señala. Las instalaciones, las finanzas y sobre todo la parte humana. "El primer año fue ordenar esas cosas y sentar las bases de una comunidad", resalta el cura.


Dicen que el que no tiene trabajo no tiene descanso, y algo de esto se trasluce en las palabras de Juan Manuel, que continúa con la historia: "Las ideas de compañeros y compañeras llovían, y yo tenía la intuición de que debíamos lograr que estos compañeros que se cayeron del sistema, que vienen mal heridos y que están cansados, se convirtieran en trabajadores. Me pareció que el asociativismo era el mejor camino posible, y así surgieron las cuatro primeras cooperativas: la Fábrica de Muzzarella La Merced, la Constructora Esificar, la cooperativa gastronómica Gastromanía y Brü, la fábrica de cerveza".




Fotos: Silvana Colombo.


En la actualidad se han formado y están en funcionamiento un total de 18 cooperativas, todas ellas integradas y organizadas dentro de una federación. Cada una cuenta con su propio consejo directivo, pero hay uno de la federación. Las decisiones más importantes las toma la federación porque se considera que necesitan de una visión de conjunto, coordinada. Por otro lado, las decisiones cotidianas de cada unidad productiva surgen del consejo directivo que eligieron los socios de cada cooperativa. Según el presidente de la fundación "es un órgano colegiado, con un muy buen ejercicio democrático y con el contralor de la asamblea de socios".


La cervecería es el mascarón de proa, la muestra bebible de un trabajo enorme, aunque al principio haya sido solo una idea. Dice Rega: "Todos sabíamos tomar cerveza, pero ninguno sabía cocinarla. Así que mandamos a uno de los muchachos a estudiar, él nos enseñaba al resto a medida que iba aprendiendo. Un industrial de zona sur nos donó el primer bloque de cocción que son las ollas en las que se cocina la cebada" y agrega: "Acá había unas cámaras frigoríficas así que la fundación puso una parte de los ahorros para comprar la materia prima y fermentadores, que fueron devueltas apenas se empezaron a generar ganancias. Así salieron los primeros 100 litros de IPA, desde ese día no paramos nunca más", resalta.




Fotos: Silvana Colombo.


Como la levadura con la que se hace la cerveza, la cooperativa comenzó a crecer. Hoy produce 500 litros por semana y evalúan cómo expandir su capacidad productiva ya que la demanda los supera. Necesitan aumentar la producción, el proceso de maduración y fermentar mayores cantidades de cerveza.

Juan Manuel dice que "la calle no es un buen lugar para desarrollar una vida diga, duele, rompe, desorganiza, hiere, margina y hasta mata. Cuando un pibe o una piba de la calle llega, lo primero que hacemos es abrazarlo, le ofrecemos alguna comida rica, le mostramos dónde va a ser su casa: su habitación, el baño, las toallas" y remarca que siempre le aseguran que habrá comida disponible en caso de que tenga hambre. Después nos dedicamos a conocerlos y acompañarlos".

La Fundación cuenta con un equipo de profesionales comprometidos como una psicóloga, trabajadora social, dos psicólogos sociales, un psiquiatra, además de varios operadores y talleristas. "Poco a poco la persona recién llegada, se va sumando a una comunidad organizada, ya sea desde la terminalidad educativa, desde un taller de formación laboral o artístico, lúdico y como último eslabón la incorporación al mundo del trabajo por medio de algunas de estas 18 cooperativas", concluye Rega.


Cada paso dado, cada litro de cerveza producido en la cooperativa, es un testimonio vivo de que el asociativismo puede trascender las barreras y brindar oportunidades reales de cambio y superación.

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