Ciencia
En Hurlingham un equipo multidisciplinario analiza las complicaciones que tiene la pobreza en el desarrollo cognitivo de niños preescolares. Además, propone a la programación como un camino para mejorar funciones cerebrales
Por: Fernando Fuentes
23 de septiembre de 2023
La pobreza es una barrera para el aprendizaje. La afirmación no admite refutación alguna. Pero la profundidad del concepto va más allá de lo que el sentido común puede ayudar a diagnosticar y de la remanida frase "con la panza vacía no se puede estudiar". La explicación también tiene que ver con la respuesta del cerebro ante la situación extrema. La neurociencia marca el camino de explicar lo que es evidente, pero no es obvio. No basta con diagnostica, la búsqueda de revertir los procesos muestra como determinadas actividades, como la programación, pueden ayudar a torcer la matriz que impone el ambiente.
Stephen Jay Gould -un biólogo evolutivo y gran divulgador científico norteamericano- en su libro El Pulgar del Panda confesaba estar menos interesado en el peso y las circunvoluciones del cerebro de Albert Einstein, que en la casi certeza de que personas de igual talento han vivido y muerto en campos de algodón y talleres clandestinos. Con esto, Gould dejó en claro la necesidad de apartarse de reduccionismos biológicos para intentar explicar la genialidad. De paso, evitó meterse en una truculenta historia que incluía el robo del cerebro del brillante físico y la disección de esa masa gelatinosa en 200 preparados microscópicos. Presentía, que la atenta mirada de los patólogos no alcanzaría para explicar cómo se gestó la teoría de la relatividad.
Es que los humanos son unidades biopsicosociales. Y se ven
frecuentemente marcados por condiciones de vida que pueden ser ladronas de
cerebros. Así lo entiende hoy la neurociencia y el trabajo de científicos
locales. Algunos analizan en escuelas de Hurlingham el impacto nocivo de la
pobreza en funciones cerebrales en niños y niñas en edad preescolar. Además, en
un estudio reciente brindan algunas claves para revertir ese proceso por medio
de la programación.
La pobreza
compromete funciones cerebrales
En el abordaje de temas sociales cada vez tienen mayor injerencia los conocimientos biológicos que brindan las neurociencias. Por supuesto, llegan para articularse con saberes de otras disciplinas. "Las neurociencias aportan una pieza más del rompecabezas, es decir la parte biológica, algo que es necesario conocer, pero que es habitualmente ignorado en estas temáticas", comenta a El Editor María Julia Hermida, investigadora y psicóloga por la Universidad de Buenos Aires, doctora en psicología por la Universidad Nacional de San Luis, investigadora asistente en CONICET y profesora adjunta en la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR). Además, integra el Instituto de Educación de la UNAHUR.
El adecuado desarrollo de las funciones ejecutivas cerebrales resulta vital para el aprendizaje y el éxito en la vida adulta. Está claro que los chicos de hoy, o los adultos de mañana, necesitan, a la hora de conseguir una meta, ser creativos, encontrar nuevas soluciones a los problemas, tener flexibilidad en la forma de pensar, además, de lograr cierto autocontrol. Pero la pobreza -con una sinergia de eventos, en donde cobran preponderancia la falta de estímulos educativos y el estrés- se encarga de plantar barreras en el desarrollo cognitivo de niños y niñas.
Ya las neurociencias en ese contexto han documentado peores desempeños en tareas que miden esas funciones cerebrales ejecutivas. Además, en algunos estudios -que involucraban imágenes cerebrales, como por ejemplo tomografías o resonancias magnéticas- se ha asociado a la pobreza con modificaciones en importantes estructuras como la amígdala, o el hipocampo. La buena noticia viene por el lado de la plasticidad del cerebro y la posibilidad de revertir esos cambios por medio de intervenciones.
"Vivir en una situación de pobreza se asocia con altos niveles de estrés. Y si tenés a tu organismo permanentemente activado para responder a esa situación, tus posibilidades de aprendizaje generalmente se ven disminuidas. El sistema nervioso central está más preocupado en lidiar con ese estrés, que en dedicarse a aprender las cuentas que te enseñan en la escuela", comenta Hermida.
En líneas generales, un niño, o niña, que vive en un contexto de pobreza suele prestar menos atención, tener menos concentración, o retener menos información durante tareas. Esto en comparación con chicos que provienen de ambientes más favorecidos. "Pero si se cambian las condiciones ambientales, o los estimulás un poco, enseguida obtienen los mismos niveles de pares que no son pobres. Básicamente, en ellos no hay nada irreversible", asegura Hermida.
Un estudio
para determinar el beneficio de la programación
Todas estas inquietudes se vieron plasmadas en una investigación que
brinda interesante información para la acción. El estudio lleva la firma en
primer término de Hermida, por la UNAHUR. Pero cuenta con la participación de
investigadores de otros centros (Universidad de Buenos Aires, Universidad
Torcuato di Tella, Instituto Universitario CEMIC, Fundación Sadosky). Los
resultados fueron presentados por la investigadora en una conferencia realizada
este año en Budapest (Hungría). Y esperan su pronta publicación en una revista
de la especialidad.
Este trabajo buscó evaluar el rol que tiene la programación en la
mejoría de las funciones ejecutivas en niños preescolares. Para lograrlo, se
invitó a participar a 99 alumnos de 5 años de edad y a sus maestras de dos
escuelas públicas del municipio de Hurlingham. Aquí la intervención elegida en
los chicos fue el sencillo lenguaje de programación ScrathJr.
Los resultados de la investigación arrojaron beneficios en algunas funciones ejecutivas, especialmente en chicos de bajos recursos económicos. Luego de un periodo de 12 semanas, aquellos que incursionaron en programación mostraron avances claros en la inhibición y la flexibilidad cognitiva. Es decir, pudieron con mayor facilidad inhibir acciones automáticas que no contribuyen a lograr metas establecidas. Y lograron una mayor adaptación de conductas y pensamientos a situaciones cambiantes, nuevas, e inesperadas. Además, se observó en ellos una tendencia positiva en otros aspectos, como por ejemplo la inteligencia no verbal, la memoria de trabajo y la atención.
¿Por qué
es importante incursionar en la programación de manera precoz?
La educación en programación, más allá del aprendizaje informático,
otorga beneficios cognitivos. Pero no es la única actividad con capacidad para
hacerlo. De hecho, la práctica de taekwondo podría mejorar las cosas. Aunque
para Hermida, el beneficio de la programación en los chicos es doble.
"Brinda una manera de pensar nueva. Pero, además, tiene otra ventaja: el
aprender a programar permite una mejor comprensión del mundo en que se vive",
dice la experta.
La mayoría de la evidencia disponible en este tópico proviene de iniciativas realizadas en niveles educativos superiores. Pero los datos de la citada investigación local indican la posibilidad de obtener buenos resultados en el nivel inicial de educación. "Esto es importante. Ya que las funciones ejecutivas se desarrollan más intensamente entre los tres y los cinco años de edad. Ese desarrollo allí es muy rápido, lo cual nos lleva a pensar que resulta un momento ideal para actuar", refiere Hermida. Y agrega que "cuanto antes se interviene, siempre es mejor, porque ese chico con funciones ejecutivas adecuadas puede aprovechar de manera más temprana la educación y las oportunidades que luego se le presentan".
Es posible
trasladar la investigación a las aulas
Desde 2019 el diseño curricular del nivel inicial en la provincia de
Buenos Aires incluye a la enseñanza de la programación. Y según Hermida, la
actividad desarrollada en su investigación podría ser trasladada a las aulas
sin demasiadas dificultades. Pero ve a la falta de recursos humanos
capacitados, como la principal limitante. Por el contrario, cree que las
cuestiones económicas aquí serían un problema menor. "Se podrían comenzar
a hacer cosas con relativamente poco dinero. Porque es posible enseñar
computación sin tener dispositivos electrónicos. Lo que se enseña es una manera de pensar, que
bien puede hacerse con lápiz y papel", afirma la investigadora.
Hermida percibe una creciente voluntad política en la provincia para
implementar este tipo de proyectos en el nivel inicial. Mientras tanto integra
equipos multidisciplinarios que buscan responder preguntas que surgen en el
camino. Una de ellas tiene que ver con la duración de las respuestas observadas
en las funciones ejecutivas. "Las neurociencias se dieron cuenta de que no
pueden ir solas y meterse en la escuela. Tampoco se puede ir directo del
cerebro, a lo social, sin pasar en el medio por un montón de saberes",
concluye la investigadora.
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