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Ignacio Pirotta, politólogo: "En Brasil hay una derecha ideológicamente muy organizada"

En una entrevista exclusiva con El Editor, Ignacio Pirotta especialista en política brasileña conversó acerca del intento de golpe de Estado en el país, el futuro que le espera al presidente Lula Da Silva y el escenario político en la región.

20 de enero de 2023

El Editor: ¿Qué evaluación hace acerca del intento de golpe de Estado en Brasil?

Ignacio Pirotta: Los bolsonaristas vienen desde el primer año del gobierno de Jair Bolsonaro pidiendo la intervención militar. En una primera instancia, era para cerrar el Congreso. En la narrativa de ellos, el Parlamento estaba mayormente dominado por fuerzas opositoras que no lo dejaban gobernar. De ahí que desde mayo del 2019, a cinco meses de iniciado el gobierno, empezaron a salir a la calle a pedir la intervención militar. Inclusive con apoyo de clubes militares por todo el país, fundamentalmente en Río de Janeiro. Posteriormente continuaron con el mismo discurso. Hubo una manifestación muy grande en marzo del 2020 que incluyó un acto frente al Cuartel General del Ejército y en el que participó el propio Bolsonaro, quien pronunció un discurso subido a una camioneta.

EE: ¿Cómo quedó el escenario político en ese contexto?

IP: Cuando la situación con el Congreso se alivió porque ellos hicieron una alianza con partidos tradicionales que les dió una mayoría, dejó de ser el blanco y pasó a ser la Corte Suprema de Justicia. Y ese escenario es lo que estamos viviendo desde el 2021 hasta hoy, donde la Corte es el gran objetivo. Cuando fue el triunfo de Lula, lo que sucede es que la Justicia Electoral depende de la Justicia. Entonces, Los que invadieron pidieron la intervención militar. Es lo que vienen exigiendo desde hace años y el propio Bolsonaro ha alimentado esa narrativa. Lo grave es que ha habido silencio de las Fuerzas Armadas que permitieron que esa narrativa fuese construida.

EE: Lula decidió apartar a la cúpula dirigencial de los medios públicos de comunicación. ¿Por qué?

IP: Los medios públicos fueron muy utilizados por Bolsonaro a modo de propaganda como no había sucedido con anteriores gobiernos. Bolsonaro tuvo alianzas mediáticas con otros actores del sector privado, no con la O Globo (medio de comunicación brasileño). Ahora lo que se está dando es un realineamiento del sistema de medios, una aproximación en algunas cuestiones de la O Globo con Lula. Entonces, lo que se nota es que la O Globo suavizó muchísimo su discurso contra el Partido de los Trabajadores, a lo que se suma que tienen una mirada en común respecto a lo que representa Jair Bolsonaro, básicamente una amenaza a la democracia. Lo etiquetan como ataques golpistas de una, sin ningún tipo de vacilación. Tiene que ver todo lo que viene sucediendo desde hace mucho tiempo.

EE: ¿Qué rol cumplió el agronegocio en el intento de golpe de Estado en Brasil?

IP: Hubo financiamiento de empresarios de todo tipo. Incluyendo ruralistas y en mayor medida dinero de los garinpeiros que son los que hacen minería en la región Norte. Bolsonaro tuvo un alineamiento discursivo con ellos y sobre todo un dejar hacer. El garinpo ilegal estuvo a full en el Amazonas y por la propia característica de las personas que están llevando adelante la minería ilegal. Cada uno o dos nombres del agronegocio hay otro tanto de garinpos ilegales o más. No he visto hasta ahora ningún gran empresario del agronegocio vinculado a estos ataques.

En términos políticos, la ex ministra de Agricultura de Bolsonaro, Teresa Cristina, se posicionó en contra de los ataques rápidamente, incluso antes que Bolsonaro. El gobernador de Goias, Ronaldo Caiado, un tipo muy vinculado a la bancada ruralista, surgió de ahí, se posicionó en contra y puso sus testigos al servicio del Gobierno Federal. Otro actor que durante la campaña electoral se posicionó a favor de Lula da Silva fue un ex gobernador de Mato Grosso, Blairo Borges Maggi, muy pesados del agronegocio brasilero se posicionaron a favor. Está un poco repartido el tema. Medianos, pequeños productores y sectores que están mucho más ideologizados.

EE: ¿Cuál es el escenario que enfrenta de ahora en adelante Lula?

IP: Tiene un escenario difícil. La agenda más ambiciosa que tiene para este año es una reforma tributaria. Pero tiene que pasar por el Congreso y necesita una mayoría especial de tres quintos, cada cámara. Ahí lo que sucede es que esa reforma tributaria va a tener que estar acomodada a los intereses y visiones de algunos partidos que no son oficialistas, que no tienen lugar en el gabinete de Lula, y que en los últimos años se ha dado un fortalecimiento de la agenda ortodoxa económica. El discurso de corte liberal, de menor intervención del Estado. Están proponiendo crear algunos impuestos nuevos, mejorar la recaudación y hay que ver cómo articulan en el Congreso para que eso efectivamente pase.

Por lo demás, no la va a tener tan difícil. Con la base que han construido están cerca de la mayoría absoluta. No son números del todo claros porque hay partidos que se han fracturado, en donde se hicieron negociaciones con algunos sectores pero no con todos. Hay que mirar lo que sucede con Unión Brasil. Tuvieron una elección considerable. Es un partido con mucha historia pero nuevo porque es la fusión de dos partidos conservadores desde hace dos años. Uno sirvió por el que fue electo Jair Bolsonaro en 2018. El otro formó parte del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, que era la pata conservadora y de derecha en los 90, pleno Consenso de Washington. Es un partido con raíces muy conversadoras pero que hoy por hoy un tercio forma parte del gobierno de Lula. Tienen dos ministerios y por el número que son hay que ver cómo se terminan inclinando. Si efectivamente van a estar votando distinto o como partido unificado. Es el mejor ejemplo de lo que viene sucediendo con los partidos políticos, porque es el que está más dividido y tiene ideología de derecha pero que sucede con otros partidos, en menor medida.

EE: Teniendo en cuenta el escenario en Brasil, ¿qué análisis merece el contexto político en la región?

IP: Como en muchos lugares del mundo, hay una polarización muy marcada con sectores radicalizados en donde la novedad es una derecha ideológicamente y mediáticamente muy organizada, con un sistema de comunicación bastante elaborado pero es una derecha radical que roza las cuestiones antisistema y antidemocrática. No es una derecha tradicional, inclusive para América Latina que hemos tenido el autoritarismo de parte del poder siempre a la vuelta de la esquina.

EE: ¿Considera que tiene relación la derecha radicalizada de Brasil, reflejada en la figura de Bolsonaro, con lo que sucede en Argentina?

IP: Forman parte del mismo sistema de comunicación, de actores, y en la medida de lo posible van vinculando algunas de las acciones y otras no. Estas nuevas derechas se manejan también con un margen de ambigüedad bastante amplio en donde va haciendo que los distintos discursos de pronto se vayan adaptando a cada país y a cada sector electoral al que quieren llegar. Desde luego que actúan articuladamente, están vinculados y debe haber cuestiones de financiamiento que los unen, incluso en el plano mediático, con actores que están tanto en Brasil como en Argentina con discursos y posicionamientos similares.

EE: ¿Qué postura considera que deben adoptar los gobiernos nacionales, populares y progresistas frente a esto?

IP: Fundamentalmente tiene que ver con la mejora de las condiciones de vida de las personas. En la medida que se vaya generando trabajo de mejor calidad, los ingresos, seguridad, servicios públicos, etc. En la medida en que se vaya avanzando en esa dirección el resto de las cuestiones tienden a aplacarse.

EE: ¿Cuál es la principal dificultad?

IP: El problema que tenemos hoy es que son cada vez mayores los desafíos de desigualdad, la concentración de la riqueza es cada vez mayor y pugna por un trabajo cada vez más precarizado, con salarios cada vez más bajos. Por otro lado, el cambio climático genera dificultades no solamente ambientales sino también económicas, como pueden ser las consecuencias de, por ejemplo, una sequía como la que está atravesando Argentina.

Las grandes corporaciones son actores mucho más poderosos que los Estados. En el siglo XX la carrera espacial era entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Hoy no es más la carrera entre superpotencias, es entre supermillonarios, la disputa es entre quién llega primero o más lejos. Los enojos y la bronca de las personas siempre recaen para el lado del Estado y el lado de la política. Esa es la gran paradoja en la que estamos, mientras los espacios de la derecha radical se fortalecen.

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