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La fragilidad de las plataformas: por qué el cierre de Twitter afectaría al periodismo

Según el temor de los usuarios, la app podría caerse en menos de lo que canta un gallo...o pía un pájaro. Este colapso traería problemas a millones de publicaciones en línea y de modos que nunca habíamos visto. ¿Cómo se vería un mundo sin Twitter? ¿Hay alternativas reales para su partida?

25 de noviembre de 2022

El 17 de noviembre fue tendencia mundial el hashtag #RIPTwitter que pronosticaba la caída de la plataforma de Elon Musk. El posible cierre de Twitter no sólo culminaría con un espacio de interacción entre usuarios, sino también con un archivo histórico de internet. Muchos sitios, blogs, y especialmente portales de noticias tienen indexados tuits de la aplicación. Así son las cosas: la famosa red del pajarito es un insumo enormemente utilizado dentro del periodismo, por lo que millones de páginas darían "error" justo ahí adonde tengan insertado un post del pájaro azul.

Tras la adquisición de Twitter por parte de Musk, los rumores de un posible colapso de la aplicación fueron en aumento. Y, como para empeorar las cosas, el hombre más rico del mundo "invitó a renunciar" a miles de empleados a través de un mail de la empresa.

El correo electrónico al que accedió Insider fue enviado el 9 de noviembre a las 2:30 de la mañana. El comunicado inició con un amargo: "Lamento que este sea mi primer correo a toda la compañía, pero no hay manera de endulzar este mensaje". Acto seguido, el magnate advirtió que Twitter no sobrevivirá la próxima recesión económica si no se hace antes un arduo trabajo. De más está decir que no se refería a un mayor esfuerzo de su parte, sino al trabajo de sus siete mil empleados.

¿Cómo ser vería entonces el "mayor esfuerzo"? Para empezar, 40 horas semanales mínimas; para terminar, adiós al trabajo remoto. Esas fueron, sin ningún tipo de vacilación, las primeras medidas de Elon Musk hacia los trabajadores de la aplicación. El CEO habría enviado un formulario para saber quiénes se quedarían en la compañía, y a quienes se les pagaría una indemnización por irse.

Ante esto, el flamante dueño de Twitter recibió una ola de renuncias, o más bien un tsunami. Se calcula que tras la llegada de Musk, de los 7500 empleados que reportaba el sitio en 2021, tan sólo quedaron 900.

En una encuesta anónima a través de Blind, un 89% de los trabajadores de la empresa cree que Twitter "fracasará" bajo el mando de Elon Musk. Ni bien los empleados huyeron antes de que el barco se hundiera, aparecieron los rumores de una posible desaparición de la plataforma. Ante estas especulaciones, Musk tuiteó: "¿Twitter no debería estar muerto ya, o algo así?"

El mensaje provocativo de Elon Musk a través de Twitter.

La historia se repite

Fotolog, MySpace, Tuenti, Google+, Vine. La extinción de Twitter, claro está, no sería la primera vez que viéramos "en vivo" el ocaso de una red social. Ya muchas otras murieron antes ahí, ante nuestros ojos. O, si se prefiere, nuestras pantallas.

Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió con las plataformas ya mencionadas, ninguna ha tenido tanta repercusión para el periodismo como Twitter. Este sitio se posicionó como el espacio preferido de influencers, marcas y presidentes para expresar sus mensajes más serios y elaborados. Aunque también para compactar en 140 caracteres sus delirios más inconfesables.

Mientras que Instagram o TikTok se utilizan para compartir experiencias, bailes o memes, Twitter tiene un condimento más. Muchos comunicados e interacciones oficiales pasan por la aplicación. Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos, Donald Trump utilizó la red del pajarito azul como medio de contacto principal con los simpatizantes del partido demócrata.

Donald Trump a través de Twitter: "Gané estas elecciones, ¡y por mucho!", junto a una advertencia de la plataforma, advirtiendo que el mensaje no está validado por fuentes oficiales.

Twitter tiene un archivo de años y años de declaraciones, opiniones y "me gusta", de los que se han dedicado artículos y programas de televisión. Aún así, suponiendo que la plataforma desapareciera, se encontraría eventualmente su reemplazo. El problema, sin embargo, reside en todos los tuits ya escritos, comentados y retuiteados.

El fin de Twitter: la pesadilla del HTML

El Lenguaje de Etiquetas de Hipertexto (o HTML) es la base de prácticamente todos los sitios de internet. Es el código de programación predilecto de los blogs, páginas web y portales de noticias.

Este lenguaje no solo le da estructura, estilo y color a los sitios, sino que también permite incrustar publicaciones, imágenes y videos de redes sociales. A través de una línea de texto - completamente ilegible a los ojos de un no-programador - se puede insertar una imagen de Instagram, un video de YouTube o un hilo de Twitter.

Mensaje de error 404 que despliega Google ante una página no encontrada.

Si bien este sistema otorga muchas ventajas, tiene sus puntos flojos. El HTML depende exclusivamente de que la página a la que nos referimos siga existiendo. Por ejemplo, si un video de YouTube se borra, ya no podremos acceder a él.

Lo mismo sucede con Twitter. Si la plataforma desaparece, cada vez que queramos hacer clic en un tuit nos aparecerá el famoso error 404 de "página no encontrada".

¡¿Para qué te traje?!

Recapitulemos todo lo sucedido desde la -escandalosa- compra de Twitter. El CEO de Tesla y Space X ofertó nada menos que 44 mil millones de dólares por la empresa - una cifra similar a los préstamos del FMI en Argentina durante la gestión de Cambiemos. El 27 de octubre Elon Musk se volvió socio mayoritario, y en consecuencia, responsable número uno de las decisiones de la red social.

La primera polémica no se hizo esperar. Ni bien pisó la alfombra de bienvenida, Musk despidió a los altos mandos de la compañía azul. Entre ellos estuvo Parag Agrawal, el director ejecutivo de Twitter hasta la llegada del empresario sudafricano.

Quien dice una dice dos. A los pocos días, Elon generó la segunda controversia desde su adquisición incorporando Twitter Blue. Esta herramienta proporciona a los usuarios la posibilidad de comprar, por ocho dólares al mes, el ícono de verificado al costado de tu nombre. Esta etiqueta antes estaba destinada solamente a verificar figuras públicas, para evitar la difusión de cuentas falsas.

Pero, como siempre sucede, hecha la ley, hecha la trampa. Los tuiteros aprovecharon esta función para confundir a los lectores, haciéndose pasar por marcas y personalidades famosas, como Nestlé, Joe Biden, y el mismísimo Elon Musk. A principios de noviembre llegaría el mail de bienvenida para unos, despedida para muchos. De ahí surge el miedo de la extinción de la plataforma.

Si la caída es inminente y el HTML de los portales de noticias empieza a fallar, ¿hay una posible solución para el periodismo? Las posibilidades son varias, pero ninguna es sencilla. Por un lado, se puede sacar captura de pantalla a todos los tuits antes de que desaparezcan, lo que significaría horas de trabajo para restaurar estos mensajes. Por otro lado, existe la página Wayback Machine, donde se puede acceder a sitios web como se veían años atrás, incluso si ya no existen.

La otra alternativa es dejar todo como está. Quizás muchos medios opten por esta última opción, que ahorraría mucho tiempo y dinero. Lo que sí está claro es que la partida de Twitter dejaría a internet menos agraciado y más desconectado. Definitivamente, más soso que nunca.



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