Tucumán: entre noches frescas y ruinas sagradas

Tafí y los Valles Calchaquíes son las perlas de este destino del noroeste del país. Propuestas con naturaleza, historia y cultura desde una provincia pequeña pero con atractivos infinitos.

10 de enero de 2023

Por su variedad de paisajes (llanuras de tapices verdes; sierras para recorrer a caballo; embalses, ríos y cascadas y la exuberancia de la yunga) y por la suma de reliquias históricas y actividades de pura adrenalina, Tucumán exhibe un abanico de experiencias únicas que invita a la aventura y el descanso. Aquí, un recorrido lleno de posibilidades.

Cardones, cultura, cabalgatas y 365 días de sol.

Tafí del Valle
Uno de los puntos turísticos más pintorescos y visitados es Tafí del Valle, localidad a la que se llega ascendiendo por la serpenteante RP 307 hacia el noroeste, tras sortear las sierras centrales de la provincia.
Esta superficie árida sumerge al visitante en la ondulada geografía de las sierras, pero también lo sorprende con el refrescante milagro del agua: a unos 15 kilómetros de Tafí del Valle se encuentra la maravillosa cascada de Los Alisos.
Para alcanzarla, hay que encarar una travesía en vehículo y luego un trekking de tres horas por el subyugante paisaje calchaquí. El esfuerzo se premia con una cascada de 60 metros de altura. Después de un baño reparador en las aguas del río Los Alisos, es momento de un picnic. Y quienes quieran un poco más de adrenalina, pueden practicar rappel en la cascada, por supuesto bajo la guía de prestadores especializados.

Las impactantes vistas de los Valles Calchaquíes se disfrutan más a caballo.

El recorrido debe incluir una parada en el dique La Angostura, impresionante espejo de agua que abre la puerta de los valles Calchaquíes a quienes ingresan desde el sudeste, por la RP 307. El lago forma parte de una reserva natural de 1.400 hectáreas en cuyo extremo sur se encuentra la villa veraniega de El Mollar. La importancia biológica de este lago artificial se sustenta en la protección de un enorme número de especies de aves acuáticas y de otras que migran entre Perú, Bolivia y Argentina.
Otra cascada impactante en esta zona, aunque más destinada a su contemplación que al baño, debido a la baja temperatura de sus aguas, es El Remate, ubicada a menos de 10 kilómetros al sur de Amaicha del Valle.
Se accede por un camino de tierra apto para autos, motos o bicicletas, y se logra descubrir un profundo cañón de piedra donde casi no entran los rayos del sol.Para terminar esta parte del recorrido, se puede llegar a la reserva natural Los Sosa, en plena cuesta de acceso desde el centro de la provincia hacia los valles Calchaquíes, sobre la RP 307. El "Chasqui", monumento al indio originario, moldeado por el artista plástico Enrique Prat Gay, es la imagen más representativa de esta reserva. Cientos de especies de aves, mamíferos y anfibios habitan este ecosistema único, que comprende tres ambientes de Yunga: la selva pedemontana en su base, la selva montana en su parte media, y el bosque montano por arriba de los 1.500 msnm.



La resistencia de los Quilmes se extendió por más de dos centurias.

Cultura, tradición y producción en los Valles Calchaquíes
Sólo 41 de los más de 5.000 kilómetros de la emblemática Ruta 40 pisan suelo tucumano, y los viajeros que llegan a este breve segmento de la columna vertebral del país perciben inmediatamente en cada pueblo el orgullo de una cultura ancestral.
Ampimpa, El Pichao, Amaicha del Valle, El Bañado, Talapazo, Colalao del Valle y hasta los propios Quilmes, que mantienen hoy su asentamiento, dan muestra viva de la historia. No son pueblos con el diseño español de la plaza central sino que las casas se mantienen con sus tierras y una amplia superficie.
El viaje desde Tafí hasta Amaicha del Valle, por la ruta 307, requiere atención ante la dificultad del camino de cornisa, pero compensa con la belleza de sus vistas. Amaicha abre la puerta hacia la traza de la mítica Ruta 40 en Tucumán. Cuando ingresamos por sus calles, en las antiguas casas se pueden apreciar los dinteles de madera de cardón sobre las puertas, y al llegar a la plaza hay un cartel que anuncia, y no miente, 365 días de sol.
En vehículo propio o contratando un guía, se ofrece la posibilidad de recorrer la Ruta del Artesano, que incluye la visita a cada atelier y a cada taller con el autor de las obras que, en madera, cerámica, textiles o plata, trabajan en forma manual.
En cada mes de febrero se realiza allí el Festival a la Madre Tierra. Es en este festejo cuando el pueblo se tiñe de color y costumbres ancestrales: la plaza se colma de un ambiente festivo con una feria de comidas y productos regionales, artesanos, agrupaciones musicales, delegaciones gauchas y bailarines.
El encuentro prioriza a la mujer y distingue la sabiduría de la más anciana, que es elegida como representante de La Pachamama. Además, se elige a la Ñusta (que representa la fertilidad), al Yastay (deidad protectora de los animales), y al Pujllay (espíritu del diablillo del carnaval).
En Amaicha del Valle se encuentra la única bodega comunitaria de Sudamérica, administrada por su pueblo originario. Está diseñada emulando las viviendas del período prehispánico: siguiendo la técnica del pircado, los recintos son circulares e interconectados. La bodega posee dos etiquetas con nombre en lengua cacán: "SumajKawsay" (El buen vivir) y "KusillaKusilla" (Ayúdame, sé generosa), expresión habitual en la invocación a la Pachamama.

La majestuosidad de la Ciudad Sagrada de Quilmes
Desde Amaicha, en menos de media hora se llega por RP 307 hasta la RN 40 y desde allí, por un camino de ripio pero en buen estado, hay que conducir unos 5 kilómetros hasta al sitio arqueológico de Quilmes, al pie del cerro Altos del Rey.
A un lado y al otro hay arbustos y algarrobales, sobre un suelo de arenas blancas. El Centro de interpretación es muy novedoso y contiene cinco salas imperdibles. Entre ellas, un auditorio con pantalla gigante donde se proyecta un audiovisual en el que participaron miembros de la comunidad Amaicha y relata la historia y el presente de estos pobladores originales.
La importancia de los bosques de algarrobas, de los cazadores recolectores de la prehistoria, del pueblo de Incalilla, de los 300 años de resistencia calchaquí y de qué manera el pueblo original fue reconstruido en 1977, privatizado en los noventa y recuperado en 2008, con un manejo compartido por la comunidad Amaicha y el estado provincial son algunos de los aspectos a develar.
Para entonces, la fuerza de la naturaleza y de la historia ya estará impresa en el alma de cada visitante, que habrá vivido en Tucumán mucho más que unos días de aventura y descanso.
Más información: www.tucumanturismo.gob.ar



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