La pandemia, con su obligación de quedarnos en casa hizo imposible no mirar todo lo que sucede al interior de las familias para que la vida funcione. De pronto (sin servicios, sin ayudas) la vida cotidiana nos enfrentó con la realidad de las muchísimas tareas que alguien debe asegurar para poder alimentarse, descansar, formarse, trabajar. Desde luego que esa mayor conciencia no necesariamente generó cambios rotundos en la forma en que se organizan las tareas de cuidados al interior de las familias, así como tampoco modificó roles. Pero, cuanto menos, permitió mostrar la centralidad que tiene el tema del cuidado para el sostenimiento de la vida. El punto central es que ahora, para que esa conciencia se transforme en algo más concreto, hay que avanzar en servicios e infraestructura a fin de redistribuir el cuidado y -sobre todo- reducir la carga que esto implica básicamente para las mujeres más pobres.

De cara a 2023, un año electoral, hay un tema que se plantea como imprescindible: seguir profundizado las respuestas estatales frente a las violencias. Los avances que se dieron en el marco de los sucesivos Planes Nacionales de Acción Contra las Violencias (PNACVs) son importantes pero está claro que también hay que hacer mejoras en la implementación, en la territorialidad, en la coordinación entre jurisdicciones y también entre poderes del Estado.

Por otra parte, para mejorar el empleo, la participación y la autonomía económica de las mujeres es importante abordar una de las causas profundas de la desigualdad, que es la desigual organización social del cuidado. Creo que cualquier candidato o candidata que quiera proponer un plan de desarrollo productivo para la Argentina necesita abordar este tema de fondo. De lo contrario, será un plan imperfecto que perderá la oportunidad de incorporar la fuerza de trabajo de las mujeres.

En cuanto al financiamiento de estas nuevas políticas que tanto se necesitan, cabe destacar que todas las políticas públicas requieren inversión del Estado y es importante que se destinen recursos para que puedan responder a necesidades muy concretas y fundamentales de la sociedad. Si se fortalecen las políticas de cuidado, prestando especial atención a ciertas poblaciones y ciertos territorios, se fortalecerá una parte importante del motor del desarrollo mejorando las condiciones para el empleo de las mujeres.

Además, garantizar el cuidado de calidad sobre todo en la primera infancia y la niñez representa beneficios muy concretos para el presente y el futuro de las nuevas generaciones. Son costos que es importante encarar con inteligencia porque son estratégicos.